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Cuando lo pequeño es decisivo

04 de junio de 2018

Escribo esta columna con Fabio Andrés Montoya (director Interactuar). Su origen es una carta abierta a los candidatos a la Presidencia.

Las empresas Micro (trabajadores por cuenta propia y muy pequeños establecimientos), son la mayor fuerza económica y social de Colombia. Hay 10,4 millones de ellas facturando, en promedio, algo más de 4 millones mensuales y ocupando a 1,3 personas. Emplean unas 14 millones de personas, lo que representa el 60% de la población ocupada.

Imagínense a Rosa: cabeza de hogar con 3 hijos, habita el barrio La Sierra en Medellín y sostiene a su familia con una pequeña fábrica de arepas que vende en otras tiendas del barrio. Su hogar es su negocio. No tiene RUT, no cumple totalmente con los requerimientos sanitarios, no paga seguridad social, no sabe qué es la UGPP. Pero si Rosa no tuviera su negocio, estaría presa de la incertidumbre y condicionada a los riesgos del rebusque diario. Pensando en millones de personas como Rosa, les pedimos revisar cuatro retos para que la empresa Micro tenga la consideración que necesita.

Política de Estado. Estamos en deuda de desarrollar una política que reconozca las particularidades de este tipo de empresa. Que entienda que la formalización es un proceso (y no un decreto) y que buena parte del esfuerzo debe estar orientado a la educación y creación de mentalidad empresarial. Que incluya una muy adecuada clasificación de las mismas para fortalecerlas y no situarse ante ellas simplemente en términos fiscales.

Proporcionalidad y gradualidad. Para que las arepas de Rosa cumplan con todos los requisitos sanitarios, debe invertir en mesas y pinturas especiales, tener un flujo de producción determinado, pagarle unos 3 millones de pesos al Invima. Además, el Ministerio del Trabajo le exige el cumplimiento del decreto de Salud y Seguridad en el Trabajo por tener un empleado. Este enfoque por los distintos costos regulatorios y fiscales, hace inviable las empresas Micro. La política debe reconocer las diferencias estructurales y que sea simétrica con sus condiciones. Rosa no debe ser vista con la misma lupa ni pagar las mismas tarifas que una gran empresa.

Trascender el microcrédito. El microcrédito ha demostrado ser una excelente herramienta; pero la platica sola no hace el milagro. Necesitamos invertirles en conocimiento, en conexión con mercados, en cultura y redes empresariales. A Rosa hoy le quedan más pesos gracias a que aprendió a manejar sus cuentas y a formular bien sus arepas, gracias a organizaciones como Interactuar, Comfama, Microempresas de Colombia y otras, que demuestran que modelos integrados generan transformaciones sostenibles.

El agro. Colombia es ante todo un país de minifundistas, pero con todo el potencial de agro-empresas prósperas. Para lograrlo se necesita el desarrollo rural integral, que incluya formación para la productividad, gestión empresarial, conexión con mercados, encadenamientos productivos, servicios sociales, mitigación ambiental y sistemas de innovación. Igualmente servicios financieros y de riesgo, según las condiciones de cada producto y región.

Señores candidatos, las empresas Micro son grandes aliados para el crecimiento con equidad de Colombia. No nos podemos contentar con tener familias “menos” pobres, necesitamos tener muchas más familias empresarias, con posibilidades de más y mejor bienestar gracias a sus esfuerzos y no obligarlas al universo de los subsidios indefinidos de subsistencia.

* Presidente Proantioquia