¿DE MODO QUE HAY QUE GANAR SIEMPRE?
¡Qué lección de grandeza la que nos han dado algunos deportistas en los Juegos Olímpicos de Tokio! Hablo, sobre todo, de la gimnasta estadounidense Simone Biles. También de la tenista japonesa Naomi Osaka, de la campeona de BMX Mariana Pajón y del ciclista Rigoberto Urán, dos héroes nacionales de Colombia.
Simone Biles llegó a los Juegos Olímpicos como la estrella de EE.UU. De ella se esperaba que lograra muchas medallas de oro, cumpliendo con las obligaciones de una celebridad mundial. Dice The New York Times: “Los fanáticos esperaban que fuera espectacular y perfecta, incluso en los juegos de Tokio, que se realizan en medio de una pandemia y sin espectadores... El martes dijo que comenzó a luchar contra un montón de demonios, y no pudo contenerlos”.
¿Por qué? La mejor gimnasta de la historia salió del escenario y abandonó la competencia. Dijo que se sentía mal. Esto permitió un triunfo fácil de Rusia. Parece que muchos fanáticos estadounidenses no quieren perdonarle esa “traición” a la patria, cosa que a ella la tiene sin cuidado. Parece que ella regresará a EE.UU. con una sola medalla de plata.
La tenista japonesa Naomi Osaka es otra celebridad derrotada en las olimpíadas. Al principio, había ganado dos partidos con relativa facilidad. Al final, fue vencida por una tenista checa desconocida. Ella ha sido otra de las superestrellas de los Juegos de Tokio y tuvo el honor de encender la llama olímpica en la ceremonia inaugural.
Hace poco, la multaron con 15.000 dólares por negarse a asistir a una rueda de prensa. Ella tomó esa decisión porque los comentarios de los periodistas a veces le parecían infames con los vencidos y comparó las ruedas de prensa con una paliza. “Creo que esa situación es como rematar a una persona que se ha caído” dijo.
Nuestra heroína, Mariana Pajón, ha ganado varias medallas olímpicas. También ha tenido 18 fracturas, tres conmociones cerebrales, una parálisis facial y un hematoma en un riñón. Además, hace un tiempo, le dio covid-19. Así y todo fue a Tokio y ganó una medalla de plata. Por no ganar la de oro, ella y su esposo fueron amezados. “Lastimosamente vivimos en un país que es una olla de presión”, dijo Mariana.
El ciclista Rigoberto Urán consiguió una medalla en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. Nueve años más tarde, en Tokio, cansado después de correr el Tour de Francia, alcanzó dos octavos puestos en las pruebas de contrarreloj y ruta. Los especialistas dicen que los dos diplomas olímpicos que obtuvo “son hazañas sin precedentes en el ciclismo colombiano”. Sin embargo, un periodista colombiano lo menospreció diciendo una sarta de sandeces en su canal de televisión.
Estos atletas han preferido anteponer su dignidad personal frente a la excesiva presión de dirigentes deportivos, entrenadores, periodistas y hasta su propia horda de fanáticos. Antes, habría sido inimaginable admitir esta clase de comportamientos y dudas a un atleta durante unos Juegos Olímpicos y mucho menos retirarse de un evento.
¡Gracias a Dios las cosas cambian! Después de decir adiós, Simone Biles dijo: “Me duele en el corazón competir así, porque de alguna manera me han arrebatado la dicha de hacer lo que amo por complacer a otras personas”.
Sus palabras me recuerdan a John Lennon cuando decidió que no quería ser más el sueño de nadie y decidió dedicarse a cuidar a su hijo y darle tetero, como cualquier otro mortal, siguiendo el consejo de su esposa. Ella le dijo: ¡No tienes que hacer lo que te exigen! No tienes que actuar como te lo piden... ¡Libérate y lucha por ti! Poco después un fanático de sus canciones lo mató a balazos en una calle de Nueva York