Columnistas

De parte y parte

07 de mayo de 2020

El rifirrafe que se ha armado por las supuestas chuzadas, por parte del Ejército colombiano, a unos periodistas, pienso y creo, que se debe analizar con toda tranquilidad, para poder señalar a unos o a otros como responsables de lo que pasa.

He sido víctima de una mal entendida libertad de prensa y he sido víctima de las fuerzas armadas en distintas épocas. En la dictadura de Rojas Pinilla me detuvieron en forma arbitraria y me libré del famoso “paseo”. En la Alcaldía de Medellín, época de Pablo Escobar, sufrí a unos agentes de policía comprados por el capo del narcotráfico.

Los organismos para la libertad de prensa no se hicieron para mí, cuando era director de El Colombiano y me tuve que defender a bala del grupo del capo de la mafia. Nunca recibí el respaldo del periodismo colombiano y, menos, del internacional. Por el contrario, la prensa de la capital me señalaba como mafioso, al punto de que, cuando yo era alcalde de Medellín, El Espectador publicó una caricatura sobre mí, con el título “El alcaloide de Medellín”.

El Tiempo, para no quedarse atrás, me pidió que les concediera una entrevista a unos periodistas. Fijamos fecha, me visitaron en la oficina dos reporteros, los estaba atendiendo, cuando llegó mi “secretaria” -sabrán por qué la comillas- y me dijo que me llamaba al teléfono un extraditable. Me pareció muy extraño, nunca tales sujetos me habían llamado. Le dije que me lo pasara, me saludó y le contesté el saludo, me reclamó por algo que supuestamente había dicho, le dije que estaba equivocado, que lo que yo dije fue algo distinto y le conté qué era lo que había dicho. Se despidió y lo despedí.

Me senté a la mesa, uno de los periodistas me preguntó: ¿quién lo llamó? Le dije, ustedes oyeron, un extraditable. ¿Amigo suyo? Le contesté: no lo conozco. Entonces ¿por qué lo saludó? Le dije: porque cuando alguien me saluda yo le contesto. Terminó una entrevista insulsa, pero publicaron lo de la llamada del extraditable. Al tiempo, ya salido de la Alcaldía, me encontré con uno de los periodistas y le dije: lo de la llamada del extraditable fue un montaje, ¿cierto? “¡Claro!”, me contestó.

La esencia del periodismo es la verdad, nunca la fabricación de la mentira, para calumniar, como en el caso que cuento.

El abuso de la libertad de prensa es tan peligroso, o más, que unas chuzadas.

La revista Semana dice en su denuncia de las chuzadas: “Sin embargo, Semana tuvo acceso a fotografías, documentos secretos, videos de seguimientos...”. Cómo así que acceso a documentos secretos, eso excede toda libertad de prensa, ese acto de espionaje es condenable.

Las chuzadas ya hacen parte del anecdotario colombiano. La Corte Suprema de Justicia, se quejó por unas chuzadas que resultaron ser unos cables desconectados. Al presidente Uribe lo chuzaron y el resultado fue un delicioso y oportuno madrazo bien dicho.

Quiero a las Fuerzas Armadas de Colombia. Agradezco los sacrificios que hacen por nosotros. ¿Cometen errores? Puede ser, pero son más sus sacrificios por Colombia. Si cometieron algún delito que los investiguen y que sancionen a los responsables. Lo demás es puro escándalo.