Decisiones argentinas
El milagro electoral que estaba esperando Mauricio Macri no se dio y Argentina vuelve, tras cuatro años de un gobierno liberal en lo económico y conservador en lo social, al peronismo de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Aunque la votación estuvo más reñida de lo esperado y el repunte del actual mandatario fue significativo respecto a las primarias de agosto, los Fernández, con un 48 por ciento de los votos, evitaron una segunda vuelta y empezarán a gobernar desde el próximo 10 de diciembre.
El triunfo de la oposición es el resultado palpable de una sociedad agobiada por la crisis económica, por el desplome del peso y el aumento significativo de la pobreza. En cuatro años de mandato Macri empeoraron casi todos los indicadores sociales semestre tras semestre y aunque insistía en pedir paciencia -en decir que los tiempos buenos estaban por venir- fue evidente el agotamiento de un país al que se le hace imposible llegar a fin de mes.
A pesar de ese sombrío escenario un 40 por ciento de argentinos le dio su voto para la reelección, asustados por un retorno del kirchnerismo, lo que pone en evidencia que Alberto Fernández gobernará una nación dividida y a la que las campañas hicieron aún más daño. Lo que en el país se denomina “la grieta”, o esa profunda distancia entre el kirchnerismo y el macrismo, ha crecido significativamente y los días por venir, de transición, serán clave para ver de qué forma el nuevo presidente intenta calmar las aguas, tanto de los ciudadanos como de los mercados. Macri, en su discurso de aceptación de la derrota, felicitó al ganador y pidió diálogo. Fernández, de igual forma, llamó al consenso y aseguró que el suyo será un gobierno de todos. Ambos saben que el tembladeral aún no acaba.
Ahora todos los ojos están puestos en la respuesta de la economía a la decisión de las urnas y, con mayor énfasis, en lo que pueda hacer el dólar en estas semanas que faltan de macrismo. La moneda estadounidense, en Argentina, es un referente para la vida diaria. Una angustia que nunca se detiene y que en el último año y medio dinamitó todas las previsiones. El termómetro que señala la tranquilidad o el abismo. Por el momento todos los indicadores penden de un hilo.