Columnistas

Decisiones importantes

13 de febrero de 2016

Por Isabella Villa Pérez
Universidad Pontificia Bolivariana
Derecho, tercer semestre
isabellavillaperez@gmail.com

Hace pocos meses tomé una decisión importante en mi vida, una decisión que todas las mujeres (y los hombres) deberían tomar: decidí que soy feminista. Nótese que lo digo en forma de confesión.

La carga emotiva que tiene esta palabra, por lo menos en nuestra sociedad, es extremadamente negativa. Ser feminista puede traer consigo hasta una imagen de una dominatriz, cuasi masculina, medio hippie o mamerta. Pero no.

Tras haber superado la Constitución del 86 (que gracias a Dios no me tocó en vigencia) supondría uno que el cambio vendría, que ahora las mujeres serían lo que quisieran ser; claro, menos presidentes porque “no somos capaces de soportar tanta presión”, tampoco conductoras de carros de carreras porque “somos brutas para manejar” y, seguramente, si nos chocamos en la pista todo el público dirá: “¡Mujer tenía que ser!”.

Y, para acabar de ajustar, si salimos de minifalda los hombres nos pueden violar porque “vamos demasiado provocativas”. Y ahí es cuando uno se empieza a preocupar y con el fin de no vivir en una constante lucha contra nuestra sociedad, que es pasivamente machista, uno termina diciendo: “Deje así”.

Yo soy mujer porque me tocó, pero amo serlo. Por eso, entiendo el feminismo como la oportunidad de tomar mis propias decisiones, de velar porque se me respeten los derechos políticos, económicos, sexuales y sociales que tengo, que son exactamente iguales a los que posee todo hombre en Colombia, ¿es mucho pedir?

Es tiempo de que empecemos a creer en nuestro propio poder, porque es cierto que no somos iguales a los hombres, pero estoy segura de que podemos hacer todo lo que nos propongamos.

Quiero ver más mujeres en el gobierno, quiero que el próximo presidente de mi país sea una mujer y quiero caminar por la calle sin que me silben como a un perro.

Por eso, tomé la decisión de ser feminista, porque la desigualdad todavía existe. Quiero un país donde la mujer sea un ser de producción académica, deportiva y artística de excelente calidad; respetada y fuerte dentro de su feminidad (que no significa ser rosadita), simplemente, no ser vista como un objeto sexual.

Yo tomé una decisión: soy feminista y no voy a pedir perdón por ser mujer .

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