Desarrollo de productos socialmente innovadores
Entre el primer carro del mundo que corría solo a 11 km/h, y los actuales son muchas las diferencias. A finales del siglo XVIII, la policía de Nueva York detenía a los carros que excedían el límite de velocidad con bicicletas. El avance ha sido posible gracias a los desarrollos científicos y tecnológicos, y a la optimización del ciclo desarrollo de nuevos productos.
En un texto del BID titulado “Cómo promover innovaciones de alto impacto a través de fondos de innovación social”, Carlos Guaipatín, funcionario del Área de Competitividad del Banco, señala que los gobiernos invierten en temas de desarrollo de innovaciones empresariales, pero aún han sido tímidos en la inversión en innovaciones de impacto social. Aunque el desarrollo de productos socialmente innovadores es un nuevo campo de acción, de cara a la construcción de presupuestos para el próximo año, requerimos la generación de pequeños capitales semilla que permitan desarrollar este tipo de productos.
Por ello, desde las instituciones públicas y privadas, vale la pena desarrollar una oferta de capital para la inversión en este tipo de innovaciones con impacto social. La inversión mundial en emprendimientos de innovación tecnológica durante los tres primeros meses del año alcanzó 900 millones de dólares, de los cuales tan solo el 15% se destina a inversión social de impacto.
Teniendo en cuenta que aún es un campo de conocimiento casi virgen, la innovación y el emprendimiento social necesitan de formas que apoyen la generación de productos que hagan tangibles y visibles los impactos sociales. De esta forma será posible darle un valor a este tipo de desarrollos, los innovadores y emprendedores sociales sobreestiman la publicidad como forma de obtener recursos.
Según un estudio realizado por eMarketer en 2013, el mundo gastó 516.000 millones de dólares anuales en publicidad, y la inversión de ‘marketing’ en redes sociales crecerá un 128 % en el próximo lustro, dijo la consultora Pat Wechsler. Aunque la publicidad es un recurso complementario, no aporta los suficientes recursos para sostener un proyecto de emprendimiento. Por lo tanto, invertir en el desarrollo de productos y la formación del equipo humano, es una excelente estrategia para garantizar la sostenibilidad del impacto social.
Los proyectos de este tipo por su naturaleza y social no son intensivos en capital, pero se requiere el apoyo para el desarrollo de proyectos como las plantillas para el desminado, la botella de luz para familias en pobreza extrema o el desarrollo de suplementos nutricionales.