Columnistas

DESENVERRAQUÉMONOS

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05 de febrero de 2017

Viendo llegar los guerrilleros a las zonas de agrupamiento y continuando en el ejercicio de entender a las personas que sin agendas ocultas y a partir de un convencimiento sincero estuvieron en contra de los acuerdos y con el objetivo de disminuir el nivel de crispación constante y división profunda a la que nos tienen sometidos los líderes de uno y otro lado y sus huestes fanáticas que se insultan, agreden y mienten sin clemencia y ante la ineludible necesidad de reconciliarnos para poder construir un país diferente, quiero reflexionar sobre los “inamovibles” de los que se oponen y su significado en una visión social de largo plazo.

Para mi esos “inamovibles” son dos fundamentalmente: la impunidad y la elegibilidad política. Dejemos por fuera la “posverdad” del “castrochavismo”. He utilizado argumentos pragmáticos con los dos puntos: Los acuerdos son una negociación y no un sometimiento y que si se tratara de meterlos a la cárcel y no dejarlos participar en política, pues no hubiera habido diálogos y estaríamos echándonos bala.

Para las personas que se oponen, estos argumentos carecen de sentido e insisten en un esquema de retribución que hacemos como sociedad al que ha cometido un delito: Que paguen cárcel por sus crímenes y después hablamos. Y de participar en política olvídense, no lo merecen. Así pues, las quejas de la impunidad y la no elegibilidad son reflejo de la justicia retributiva y es claro que sobre esta se apoyan nuestras instituciones.

Leyendo a Richard Sennett encontré un par de reflexiones que tal vez ayuden a entender parte del arraigo de esta habituada forma de pensar y la dificultad que genera. Advierto que son una interesante hipótesis. Sennett señala que vivimos en una economía de mercado donde las transacciones que efectuamos enfatizan en obtener algo, generalmente percibido como equilibrado a lo que entregamos. Argumenta que las formas de transacción en el capitalismo insisten en la simetría del intercambio y que además son de un horizonte corto, donde los finales rápidos y explícitos son la regla. Agrega que esa forma de actuar no contribuye a la construcción de una relación duradera entre los individuos que involucre una visión de largo plazo. Y esto último es fundamental en la perpetua construcción de una sociedad.

Me parece entonces que el mismo sistema económico promueve y consolida de alguna forma el comportamiento retributivo del castigo y hace perder de vista el largo plazo necesario en algunos casos. Veo un paralelo con lo que nos está sucediendo cuando se pide, a toda costa, castigo y no elegibilidad para las Farc lo que sería el equilibrio en términos de esa transacción por sus crímenes. El problema es que por no pensar diferente tal vez estemos perdiendo de vista el horizonte a largo plazo, las generaciones futuras, las construcción de las relaciones humanas posibles sin conflicto, la sociedad que es factible edificar si avanzamos en salir de este nudo.

Así que desenverraquémonos y tratemos de construir pensando en las futuras generaciones. El paso por esta vida es corto. Aprovechemos esta magnífica oportunidad para construir un país decente y digno.