DESIGUALES
Parece que es llover sobre mojado decir que Colombia es uno de los países más desiguales. Todas las cifras así lo demuestran y se nos va volviendo paisaje, como si fuera lo más normal del mundo, cuando la importancia que tiene en la sostenibilidad social e inclusive ambiental de la nación es trascendental.
No pocas veces los que se atreven a mencionarla como problema son tachados inmediatamente de mamertos. Claro, como ha sido utilizada frecuentemente en el discurso político de la izquierda y particularmente de la guerrilla, pues de cierta forma fue capturada allí y por lo tanto satanizada para un sector importante del país. Entre otras cosas esa es una de las desgracias en la narrativa nacional: Tantos años de guerrilla, paramilitarismo y violencia han hecho que causas sociales que deberían trascender las posiciones de izquierda y derecha se vayan quedando dentro de los imaginarios de la comunidad como el discurso de una de las partes y los odios incubados, que no permiten revisar posiciones y conceptos, las estigmatizan. Para algunos la defensa de luchas sociales es de un guerrillero #$%&, o la defensa del libre mercado de un paraco #$%&. Qué pobreza de debate.
Rutger Bregman en “Utopía para realistas” se refiere a “la maldición de la desigualdad” y señala que “si estudiamos la incidencia de la depresión, el síndrome de desgaste profesional, la drogadicción, el fracaso escolar, la obesidad, las infancias infelices, la participación electoral o la desconfianza social y política, los datos siempre señalan al mismo culpable: La desigualdad”. Así pues que el tema trasciende las consideraciones simplemente económicas y se pone en un plano social más profundo. Y esto ha sido basado en estudios juiciosos. La desigualdad en una sociedad como la nuestra donde las diferencias son tan marcadas tiene consecuencias sociales mayores. Es más, para los fanáticos a ultranza del PIB como medida exclusiva de progreso social, Bregman recuerda que el Fondo Monetario Internacional publicó en el 2014 un informe donde afirma que “el exceso de desigualdad inhibe el crecimiento económico”.
Para Jeffrey Sachs, tal vez el economista más importante en el tema del desarrollo sostenible, la desigualdad social es uno de los problemas a superar para que este mundo sea viable en el futuro. Afirma que “las grandes diferencias entre ricos y pobres son una carga para las sociedades. Las sociedades altamente desiguales no son sólo injustas sino también ineficientes”.
La lucha contra la desigualdad debería trascender las ideologías de izquierda y derecha y en este sentido las propuestas para afrontarla de forma deliberada y pragmática deben pasar por la aplicación de políticas eficaces que cierren brechas. La educación de calidad para todos es un paso. La progresividad en los impuestos, sobre todo a la riqueza sin afectar los emprendimientos es otro. Acabar con privilegios impositivos injustificados de ciertas actividades económicas también iría en esa vía. Y el más importante para nosotros, quitarle de las manos el Estado a tanto corrupto que se roba las oportunidades de los más pobres en beneficio propio y de su clientela. Las devastadoras consecuencias de la desigualdad son motivo suficiente para encontrarnos allí como nación.
PD. Suspendo la columna porque salgo a vacaciones un par de semanas.