Despertar del letargo
Por Lina María Múnera G.
muneralina66@gmail.com
El mundo se despereza poco a poco. Las vacunas contra el covid no solo han dado un cierto grado de protección física, sino que están generando una sensación de seguridad que impulsa a la gente a salir, a consumir y a recuperar actividades que habían quedado suspendidas. Ciudades como Nueva York levantan todas sus medidas restrictivas, los peregrinos del Camino de Santiago, en España, retoman las sendas solitarias que por más de mil años otros han andado, los programas de televisión en vivo vuelven a recibir público tras más de 400 días de transmisiones virtuales, e incluso lugares de concentración de multitudes, como los parques de atracciones, abren ahora sus puertas sin exigir el uso de mascarillas.
Sin embargo, este lento despertar trae su sacudón post pandémico. El desabastecimiento en muchos sectores de la economía ofrece un panorama de escasez y subida de precios. La industria automotriz, el mercado de la construcción, el sector inmobiliario y los productos tecnológicos están viendo restringida su oferta debido a que las distintas cadenas de producción se han roto en algún punto. Desde la falta de chips, fundamentales en un sinnúmero de objetos que usamos a diario, pasando por muebles, maderas y carros, para citar solo algunos ejemplos. Una muestra más de la necesidad tangible que tenemos unos de otros en este mundo globalizado.
Por otro lado, la lenta recuperación de los viajes, ese deseo por volver a sitios conocidos o simplemente escapar del espacio donde se ha estado confinado durante tantos meses, se encuentra con otras sorpresas. El cierre de lugares que van desde la tienda del barrio hasta el pequeño hotel, pasando por restaurantes y bares que no pudieron sobrevivir a todo este tiempo de inactividad. La eliminación de rutas aéreas por parte de las aerolíneas o la subida en los precios de los tiquetes reducen las posibilidades de muchos de aquellos que sueñan con ver un poco más de mundo.
Pese a las ganas de sentir que solo fue un mal sueño y que todo ya pasó, la realidad se impone. Para muchos países, incluido el nuestro, las condiciones de vida se han endurecido y las cifras que nos entregan a diario los medios de comunicación siguen siendo desalentadoras. Buscamos pasar página para terminar este capítulo, pero aún no logramos salir de ese estado de somnolencia, de íntima transitoriedad, que nos ha servido de escudo de protección mental para sobrellevar tantos días de incertidumbre. Sí, estamos intentando conquistar las calles de nuevo y recuperar el tiempo perdido, pero requiere tiempo estirar los músculos y volver a acostumbrarse al resplandor de un nuevo día, aunque esté nublado