Columnistas

Desplumar el cóndor

20 de julio de 2016

¿Qué relación guardan con la Colombia de hoy la “pasión igualadora de la envidia”, nuestra corrección al hablar, la gloria inmarcesible de la Iglesia católica o el júbilo inmortal de las élites “blanqueadas”?

En Colombia el mestizaje cultural fue escaso o nulo. Los indígenas no opusieron resistencia. “Fuimos una insulsa provincia, en función de la psicología del pueblo que no quería entrar en conflictos ni desarrollar ninguna contradicción ni contra el rey ni contra las autoridades políticas ni religiosas [...] La revuelta de los Comuneros fue un levantamiento legitimista y monárquico que no pretendía la Independencia” (Serrano, 2016).

Colombia lleva la marca de la cultura trashumante: la provisionalidad como fundamento de la nacionalidad.

Las raíces de Colombia no comenzaron con el grito de Independencia, ni con Bolívar, Santander o Nariño. Los sujetos de la nación estaban conformados desde mucho antes como indianos (descendientes de conversos, perseguidos, que vinieron a América añorando los mundos de los antiguos judíos y moriscos).

¡Confundimos la historia del Estado colombiano con la historia de la nación!

Sin reservas ni compasión, el ensayo ‘¿Por qué fracasa Colombia?’, de Enrique Serrano, filósofo y profesor de la Universidad del Rosario, hace un recorrido por la historia de nuestra idiosincrasia, y cuestiona los mitos y lugares comunes sobre nuestro origen y proceder. Es una reflexión provocadora, una polifonía a través del diálogo con el pensamiento de autores como Juan Esteban Constaín, Daniel Mesa Bernal, Carlos Patiño Roselli y Virginia Gutiérrez, entre otros.

La serenidad de la prosa no aplaca su contenido polémico.

En virtud de la tradición conservadora, la llegada tardía de las ideas liberales a Colombia continúa siendo vista como una amenaza: “Nunca comprendimos qué ventajas efectivas nos otorga la Independencia, cómo cambiaba estructuralmente las cosas”.

La argumentación de Serrano sostiene que la violencia no es nuestra naturaleza. Lo nuestro es la comodidad de la permanencia...

Por esa vía, frente a la realidad nacional, el lector podría detectar e interpretar diversas manifestaciones de la “comodidad” colombiana: valerse de la democracia para elegir mandatarios con conductas dictatoriales –políticos que manosean la Constitución para atornillarse en el poder, como lo hizo Álvaro Uribe–, preferir el autoritarismo sobre el ejercicio de la autoridad, insistir en resolver el conflicto interno por la vía armada (siempre y cuando nadie de la propia familia tenga que ir al campo de batalla y las ciudades permanezcan blindadas), considerar que para ser un buen ciudadano basta con consignar cumplidamente los impuestos... con tal de quitarse de encima la contrariedad de pensar, decidir, ceder, concertar con el otro. ¡Comodidad!

Tal vez, no soy la única lectora que pasé las páginas imaginando una conversación entre el profesor Serrano y Florence Thomas, Carlos Gaviria Díaz, Antonio Panesso Robledo u Orlando Fals Borda. ¡Cóndores no despluman todos los días! (la portada del libro es la imagen del cóndor de los Andes perdiendo las plumas).

La obra de Serrano defiende la posibilidad de permanecer independiente frente a las ideas dominantes. Y, a la vez, recuerda lo esquiva que es la libertad.

‘¿Por qué fracasa Colombia?’, Enrique Serrano. Planeta, 2016.