DIFÍCIL SERVIR A TANTOS SEÑORES
Del tono de las discusiones, comentarios y debates respecto a la reforma tributaria saltan a la vista las enormes deficiencias del estatuto tributario actual y la necesidad de que el país cuente con un sistema tributario sencillo, equitativo, progresivo y eficiente, que genere las menores distorsiones posibles.
Una manera de ver cómo está Colombia en cada uno de estos principios es a través de las tasas efectivas de tributación de las empresas, que miden el porcentaje de las utilidades brutas que se va al pago de impuestos (renta, CREE, patrimonio, sobrecostos nómina, seguridad social, 4X1.000, ICA, predial, IVA, aranceles, etc.).
En un trabajo reciente para el Consejo Privado de Competitividad (disponible en www.compite.com.co a partir del miércoles 10), Fedesarrollo encuentra no solo que en Colombia las tasas efectivas de tributación son muy altas en términos internacionales, entre 52,2 % y 70,5 %, sino que además existen grandes disparidades entre las tasas efectivas que pagan las empresas dependiendo de su tamaño y del sector en el que operan.
Sorprendentemente y contrario a cualquier principio de equidad, el estudio que se basa en los balances y estados de resultados que las empresas reportan a la Superintendencia de Sociedades, encuentra que son las empresas más pequeñas las que mayor carga impositiva tienen respecto a sus utilidades. Así, mientras las tasas de las empresas grandes están entre 45,5 % y 51,9 %, las de las pequeñas oscilan entre 98,7 % y 117 %.
La razón está en que en estas empresas, al ser intensivas en mano de obra, los gastos relacionados con la nómina son más onerosos. ¿Cuál es entonces el incentivo para que estas empresas sean formales?
Por sectores, la dispersión es también amplia, no solo frente a las tasas efectivamente pagadas, sino respecto a la composición de las mismas. En algunos sectores como comercio y minería, el impuesto de renta es muy alto frente a los demás, mientras que en otros como transporte y comunicaciones lo contrario es la regla. Dada esta composición, el impacto de la reforma propuesta por el Gobierno no es neutro para todos los sectores. De ahí, la reacción tan diversa de los sectores frente a cada tributo.
Ahora bien, el Gobierno, consciente de la necesidad de reformar el sistema tributario, incluyó en el proyecto de reforma la creación de una Comisión para trabajar en el tema. No obstante, para que esta iniciativa que es loable y políticamente correcta sea exitosa tiene que conciliar los intereses, los derechos y las obligaciones de todos los colombianos y por tanto la conformación de la Comisión debe ser un reflejo de esto.
Si no es así, quién va a proponer por ejemplo que se incluyan en la base tributaria los sectores que hoy no pagan impuestos, simplemente porque nunca lo han hecho, o que se amplíe la tarifa y la base del IVA para que todos paguen por igual y no haya bienes exentos, compensando, eso sí, a los más pobres por el mayor gasto en el que incurrirían por pago del impuesto. Igualmente, quién va a pedir que se mire lo que pasa en el mundo de las entidades sin ánimo de lucro que, según cálculos del Ministerio de Hacienda, reciben ingresos por $130 billones y solo pagan 200 mil millones.
Sencillez, equidad y eficiencia, de eso se trata.