Columnistas

Dos hombres en dos esquinas

24 de abril de 2018

En el circo de la política colombiana hay dos hombres que nos permiten hacer una radiografía de los extremos. La coherencia de un lado y el oportunismo del otro. El trabajo discreto frente a la algarabía de las pantallas y los micrófonos. El estilo sosegado y respetuoso de Antanas Mockus contra las maromas clientelistas de Roy Barreras.

Ambos resultaron electos al Senado tras unas sorprendentes votaciones en la jornada del pasado 11 de marzo, pero esa es quizá su única semejanza. Mientras a Mockus le llueven los saludos de respeto y los reconocimientos desde todas las orillas ideológicas, a Barreras lo miran con recelo, incluso sus copartidarios. Si al profesor y matemático le aplauden los logros de su ya lejana alcaldía en Bogotá, a Barreras ni siquiera aquellos con los que comparte toldo creen en sus declaraciones. Si a uno lo miran a los ojos al otro no se atreven a darle la espalda.

Solo hay que tomarse un tiempo para escucharlos. Ver cuáles son sus formas de argumentar y el peso que le dan a cada cosa. Como uno insiste en el valor de la lealtad y el respeto por lo público, mientras el otro -solo por acercar el ejemplo más reciente- vota en contra de la consulta contra la corrupción aún cuando recogió firmas por ella. Antes le servía, ahora no. Antes, cuando veía réditos publicitarios, la impulsaba, ahora le parece un simple derroche de dinero. Coherencia como la línea divisoria entre ambos.

El de la Alianza Verde y el del Partido de La U representan las esquinas más distantes de ese amplio espectro que está por sentarse en el Congreso y, al mismo tiempo, enseñan las formas en las que la vieja política quiere ser reemplazada por una nueva manera de servir al país. Podremos estar o no de acuerdo con sus postulados programáticos, pero es inevitable reconocerles a los que buscan la transparencia que es ese el camino para defender sus argumentos. No los gritos, ni las amenazas, ni los asteriscos que remiten a la letra pequeña de los proyectos de ley. No lo saltos mortales que han convertido en muletilla asquerosa la idea de que nuestra política avanza “por que es dinámica”.