DRAMÁTICO INCREMENTO DE MUERTE VIOLENTA DE JÓVENES EN MEDELLÍN
Por ANDRÉS MONTOYA
Medellín es una ciudad que le gusta ocultar sus verrugas. Tiene muchas y pese a maquillarlas, tarde que temprano se le terminan notando. Una de estas tiene que ver con el alza en la tasa de homicidios. Según las estadísticas del Sistema de Información para Seguridad y la Convivencia (Sisc), de la Secretaría de Seguridad, hasta el 11 de diciembre de 2018 iban 577 homicidios, 40 mujeres y 537 hombres, la mayoría jóvenes. El alcalde desde su llegada al poder trasladó gran parte del presupuesto de programas sociales hacia el tema de seguridad. El incremento en la tasa de homicidios de jóvenes en la ciudad demuestra que la prevención de los mismos no pasa por un aumento del pie de fuerza, de cámaras de seguridad o de helicópteros. La falta de oportunidades y el desempleo en los jóvenes son la carne cañón para que se recrudezca la violencia. En Medellín es necesario construir nuevos referentes para los jóvenes. Ha sido un gran error del alcalde disminuir el presupuesto a los programas sociales.
Un enfoque integral de seguridad debe pasar por mejorar las condiciones de vida de los barrios populares, invertir en educación y fomentar valores como la tolerancia y el respeto por la vida. 577 familias perdieron a un ser querido irremplazable. Que las balas de la pobreza no nos sigan quitado la alegría de nuestros jóvenes.