Columnistas

EL ANZUELO

04 de septiembre de 2016

De forma pomposa, cual Solón en Atenas, los dieciocho nuevos constituyentes que sesionan desde La Habana, a través de su “Comunicado Conjunto” No. 88 expedido el pasado doce de agosto, le anunciaron al mundo que habían acordado el mecanismo de selección de los magistrados llamados a integrar la llamada “Jurisdicción Especial para la Paz”. Allí, de forme calculada, se postuló a cinco entidades y personalidades muy importantes, para que designaran un representante suyo encargado de conformar el Comité de Escogencia; entre ellas a “Su Santidad el Papa Francisco”.

Sin embargo, los encumbrados legisladores no pensaron que el Vicario de Cristo no iba a aceptar el nombramiento como se ha sabido esta semana cuando, mediante comunicado fechado el día 31 de agosto, lo declinó porque –según la Radio Vaticana– él prefiere que dicha tarea “se atribuya a otras partes”, y hace dos consideraciones fundamentales: una, “la vocación universal de la Iglesia”; y, otra, “la misión del Sucesor de Pedro como pastor del pueblo de Dios”.

Desde luego, con la misma prepotencia con la cual esperan gobernar a Colombia, también olvidaron que Solón no solo fue uno de los Siete Sabios de Grecia sino que, además, logró transformar a Atenas. Tampoco deben saber que él fue un gran poeta y advirtió –y ello cobra actualidad en un país perlado de estos encantadores de serpientes– que las obras impías no duran mucho y, rápidamente, castiga Zeus como el viento primaveral dispersa las nubes (Elegía de Las Musas, versos 16-24).

Dicho en lenguaje más coloquial: a los festejantes les salió el tiro por la culata; y, si tuvieran algo de vergüenza, ya deberían haber salido a la palestra pública a dar las necesarias disculpas. ¡Eso sí, después, de expresar su sorpresa, pronto eligieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos como reemplazo!

Como es obvio, y ahora está claro que al patriarca no se le consultó, esa interesada nominación perseguía vincular con el proceso pacificador al líder que guía a millones de católicos en una patria anegada en sangre, necesitada como ninguno de una auténtica paz. ¡Tamaño gancho electoral para promocionar un “plebiscito” con votantes cautivos y pregunta mañosa a bordo, cuando la imagen del presidente está por el suelo!

Por supuesto, en un espacio geográfico donde abundan lagartos de todos los pelambres, los más tristes con la noticia romana deben ser los avivatos de siempre quienes, de seguro, ya habían interpuesto sus oficios para que el Sumo Pontífice los distinguiera con tan importante designación o, en su defecto, su delegado los postulara y así lograr formar parte del club de elegidos jubilables, que aspira a devengar jugosas pensiones sin importar cuanto incienso deba regarse.

La conclusión, parece clara: el Santo Padre mandó a los nuevos solones a buscar adeptos a otra parte, aunque como gran humanista aboga por una verdadera paz en nuestro país y celebra con alegría todos los avances. Ojalá esa lección de ética y de transparencia sirva de algo, porque si en los procesos pacificadores que viven las naciones no se respetan esos condicionamientos, los pretensos reformadores se condenan a salir cada madrugada con su caña de pescar a ver si algún pez gordo cae en sus tupidas redes.

Ahora bien, después de este nuevo acápite de oportunismos criollos, es necesario esperar el pronunciamiento de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, también escogida como elector calificado para llevar la vocería de la derrotada rama judicial, después de que a ella se le marginara de todo el proceso porque la consigna es despojarla de su sagrada misión de administrar justicia. ¿Recibirá ese organismo el preciado “baloto” de consolación y nombrará a su delegado, o tendrá la misma dignidad del Papa? ¿Y los restantes invitados todavía no aceptantes?

¡Ojalá a los tozudos no se les venga encima toda la enmermelada aplanadora como acaba de sucederle al “insubordinado” Vicepresidente con sus ladinas declaraciones sobre el Acuerdo Final!.