El ascenso de Carlos Raúl Yepes
Carlos Raúl Yepes era un empresario exitoso. Bancolombia, la entidad, que dirigía progresó en los últimos cinco años no solo a nivel de productividad sino especialmente de humanidad. Sin embargo, la semana pasada se hizo pública la decisión de su renuncia.
Su cuerpo le estaba pasando la factura, las relaciones familiares también y la famosa carta de su hija de 22 años le hizo preguntarse cuáles eran las prioridades de su vida: “Papá, quiero que me veas graduar, que me veas casar, que cargues a mis hijos, pero como estás actuando y asumiendo tus responsabilidades ahora no lo vas a lograr”.
En entrevista con el periódico El Tiempo, Yepes compartió las razones que lo llevaron a tomar esta decisión: “Yo no quería ni poder ni plata, vimos que mis obligaciones laborales son superiores a mi condición física. Entonces llegamos a la conclusión de que había que hacer esas cosas que se aplazaron por años, como tocar piano, aprender italiano, seguir hablando de paz y convivencia, de cultura ciudadana, y hasta comerse un helado con la señora, es decir, volver a lo simple y a lo básico”.
Trabajar honestamente es bueno. Nos ayuda a desplegar nuestras capacidades al servicio de una compañía que repercute en el bien de muchas personas. Pero cuando la balanza se inclina hacia horas extras que nunca son recuperadas, hacia el ocupar nuestra mente solo en las responsabilidades que debemos cumplir en nuestra empresa, en acostarnos a dormir pensando en los asuntos pendientes de los próximos días (¡incluso soñar con ellos!), cuando el estrés nos hace aislarnos del mundo, de nuestra familia y no nos dejan tiempo para aquellos pasatiempos que nos despejan la mente, cuando vamos aplazando las vacaciones o las miramos con angustia porque nos quitan tiempo para nuestras responsabilidades, es cuando debemos replantear la escala de valores que guía nuestra vida.
Muy pocos tienen la actitud humilde de admitir que las obligaciones laborales puedan ser superiores a la condición física que se tiene, como bien lo dijo Yepes en entrevista con El Tiempo. Pero cuando eso pase es porque el cuerpo algo está queriendo decir. “¡Hazme caso!”, “¡mi deterioro puede ser mayor!”.
Las enfermedades psicosomáticas no son un invento. Tienen su raíz en aquella angustia, preocupación que inunda la mente hasta abrumarla y desbordarla para luego hacer “metástasis” en alguna parte de nuestro cuerpo. Y lo que es más irónico, disminuye la productividad laboral que tanto nos preocupa.
Es, en cambio, muy grato ver a los adultos mayores jubilados, disfrutando de años de descanso luego de un tiempo de trabajo intenso pero balanceado, porque no han desplazado el tesoro más importante: la familia.
Por eso Carlos Raúl Yepes ha tenido un ascenso: el de poner en primer lugar aquellos elementos sencillos que dan sentido a su vida. No digo que todos tengan que renunciar a su trabajo si ven alguna señal de estrés, pero la decisión de Yepes nos enseña a evaluar cuáles son nuestras prioridades junto con nuestros propios límites, en qué estamos empleando nuestro tiempo, qué preocupaciones ocupan nuestra mente y qué es lo que realmente nos hace felices.