EL BAUTISMO DE JESÚS
Celebramos hoy con todos los creyentes, el bautismo de Jesús. Así concluimos el ciclo de Adviento y Navidad, para retomar nuestra vida y celebración al comienzo del año, con el tiempo ordinario.
Esta fiesta nos permite con la gracia especial y la unción que confiere el sacramento del Bautismo, iniciar la vida este año nuevo con las mejores condiciones, que como siempre, nos vienen de Dios en Jesús su Hijo. Su bautismo, con el que nos comunicó la gracia de ser igualmente “ungidos” como hijos de Dios, nos hace partícipes del misterio de Salvación y nos confiere plenamente la máxima condición de dignidad como seres humanos.
Al celebrar el Bautismo de Jesús, quiero invitarlos a considerar una expresión, significativa y relevante, de nuestro propio bautismo. Expresión –la más adecuada quizá- para este año “de la MISERICORDIA”, en el cual, el Papa Francisco, nos ha invitado a cambiar en serio Nuestra vida.... A volver nuestra mirada y la visión de la Vida a la Misericordia y amor del Padre, por nosotros, sus hijos amados.
Con el sacramento del bautismo se inicia toda nuestra vida cristiana-católica. Este sacramento de iniciación, nos abre las puertas a la vida de gracia de la salvación, y por supuesto, a la vida plena de todos los seres humanos, en la comunicación y en la comunidad de la Iglesia, de la que nos hacemos miembros activos y apostólicos para el servicio y la misericordia con toda la creación y con todos los demás seres humanos, nuestros hermanos, igualmente Hijos de Dios.
En esto consiste ser ungido (Mesías) por el Espíritu, y por lo tanto ser a plenitud Hijo de Dios. Esta Unción del Espíritu, además de una Identidad, es una MISION. La Misión propia del Hijo, Amado de Dios. Podríamos decir que es la misión por excelencia, porque se trata justamente de: ofrecer plenamente su vida, como oblación y sacrificio “agradable” a Dios, por y para la salvación de todos y del mundo.
En otras palabras, esta unción del Mesías, esta identidad y misión, es precisamente, la del Ejercicio de la Misericordia del Padre, que pasa por la Cruz de Jesús (abajamiento y reducción), y que se hace presente ya desde su nacimiento (Pobre y humilde), para la vida y la salvación de todos nosotros. Esta es la mayor dignidad humana posible, y lo que lo hace: Hijo amado de Dios.
El bautismo, entonces, es el sacramento que nos abre a la vida y a la posibilidad de ofrecer la vida –morir- por otros, es decir: a la misericordia divina. Quizá esto pueda estar lejos de lo que a veces consideramos sobre el bautismo de todo ser humano en el mundo y la Iglesia; pero es la realidad que nos vincula al verdadero bautismo de Jesús, que aparece acreditado por la voz y voluntad del Padre, al afirmar sobre él y sobre nosotros: “Este es el Hijo amado, Escuchadlo!”.