Columnistas

El culpable no será otra Niña

08 de mayo de 2016

Así como al agua y plantas, mantener la tierra viva es el deber. La pasada sequía nos mostró a un país muy poco educado y altamente vulnerable al clima, en gran parte por las malas prácticas para cultivar, por el mal pastoreo y la imparable extracción de minerales. ¿Cuándo tendremos por fin una agricultura y minería inteligente?, capaz de aprovechar los servicios que provee la tierra manteniendo sus bienes como el agua para los campesinos que vienen detrás? El culpable no fue El Niño, sino un país sin motivación para aprender.

Es por esto que ante la llegada de una fuerte Niña (70 % de probabilidad) ¿tendremos los mismos desastres del 2010, 2011 y 2012? ¿Qué tanto funcionarán las obras de reconstrucción y las medidas implementadas en estos cuatro años de ejecución? ¿Perderemos nuevamente 11,2 billones de pesos en solo seis meses?

Frente a la reducción de producción del café por el exceso de nubosidad, el aumento de precipitación y de humedad en los suelos ¿funcionarán las acciones adoptadas por la Federación o el propio Ministerio de Agricultura para reducir el impacto en Antioquia, Caldas, Quindío, Risaralda o Tolima?

La mal llamada “ola invernal 2010, 2011 y 2012” (pues ni era una “ola” ni era “invierno”, sino exceso de lluvias por La Niña 2010–2011 y La Niña 2011- 2012), redujo la producción de café a 7,8 millones de sacos en el 2011 y 7,7 en el 2012, muy por debajo de los 11,7 millones de sacos promedio registrados entre el 2002 y 2008.

Recordemos que si llegase La Niña tendríamos exceso de lluvia entre septiembre y diciembre del presente, y el exceso de nubosidad y precipitaciones en los meses secos de enero, febrero y marzo del 2017, afectando las futuras cosechas, pues dependen de la cantidad y calidad de la floración ocho meses antes de su recolección.

En regiones con poca lluvia anual el aumento de la lluvia favorece el crecimiento del café, pero en regiones con alta pluviosidad anual (mayor a los 2.500 mm) de exceso de humedad en el suelo, como en el Eje Cafetero, La Niña reduce la producción de café y eleva fuertemente las enfermedades, con defoliación, secamiento de ramas y frutos, pudrición de la raíz, el ataque de babosas, que ocasionan el anillamiento del tallo en plantas jóvenes y hasta muerte del árbol.

¿Ya se activaron las alertas tempranas para que los campesinos enfrenten de manera eficaz y responsable la pesada lluvia y por lo tanto la multiplicación de la broca y la roya?

Ante esta realidad, los expertos recomiendan mantener los cafetales sanos, robustos, con buen follaje, bien abonados y limpios, con recolección de todos los granos buenos y malos para que no se albergue la broca. La única eficaz medida es tener el control a tiempo. Cuando se trata de prevención no se debe esperar.

¿Por qué no se actúa ante predicciones tan claras teniendo lecciones tan dolorosas?

Colombia es un país con poca capacidad de aprendizaje en estos temas, sencillamente porque no estamos motivados a transformar el pensamiento y la cultura a través del conocimiento vivido. Solo los ricos lo hacen. Esa es la diferencia con los pobres. ¿Por qué no mantener la tierra viva y fértil si detrás de nosotros vienen más campesinos? Suena lógico pero no se hace.

Esa es la diferencia entre países pobres y ricos. Los pueblos ricos están motivados por convertir sus recursos financieros y humanos en resultados positivos, que garanticen la sostenibilidad de los territorios, aprovechando y transformando el conocimiento recibido por lo acontecido en oportunidades para un futuro. Para Forbes, la revista más especializada del mundo en negocios y finanzas a esta facultad se llama eficiencia.

Para mantener la tierra viva, el país debe desarrollar su capacidad de aprendizaje a través de la observación y el análisis. Suficientes lecciones tenemos pero no aprendidas. El país no se merece más dolor, y la culpable no será otra Niña, sino su ineficiencia.