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El ejemplo es la mejor forma de enseñar

27 de agosto de 2018

La disposición a servir a los demás no suele surgir espontáneamente del corazón de los niños. Sin embargo, cultivar el deseo de ayudar al prójimo y a quienes más lo necesitan es una experiencia profundamente enriquecedora que se debe cultivar en los hijos. Lo cierto del caso es que, cuando amamos a los hijos les enseñamos a amar, cuando valoramos sus contribuciones aprenden a colaborar y cuando los acogemos con afecto aprenden a respetar y a ayudar al prójimo.

Lo cierto del caso es que, aproximadamente a los nueve meses de edad, los bebés expresan la alegría que ven en los rostros de sus padres. Aun cuando la capacidad de amar y cuidar a los demás no surge espontáneamente del corazón de los niños, esta se comienza a cultivar desde muy temprana edad como resultado de las expresiones que los bebés observan en el rostro de sus padres.

Nosotros somos quienes cultivamos en los hijos el deseo de colaborar y servir. A través de nuestro ejemplo y de la generosidad evidente en nuestro compromiso con el cultivo de las virtudes en el corazón de los niños, ellos crecen con la obligación de colaborar y ayudar a quienes más lo necesitan.

Se ha dicho que el ejemplo no es la mejor forma de enseñar... es la única. El libro de valores de los hijos es nuestro proceder cotidiano. Si nosotros somos compasivos y amables con quienes más sufren, los hijos serán caritativos. Si lo que nos anima a hacer las cosas es el deseo de ayudar a quienes más lo precisan, los niños serán generosos con quienes tienen menos y necesitan más. Nuestro ejemplo y guía es, para bien —y a veces para mal— la fuerza que impulsa a los hijos a optar por el camino más fácil o, por el contrario, a aprovechar las oportunidades que les ofrece la vida a quienes están más interesados en tener mucho haciendo muy poco.

Hoy hay una marcada tendencia de parte de los padres a solucionarles las dificultades y los desagrados a los hijos, en su interés porque ellos vivan dichosos. Sin embargo, está visto que las personas más felices no son las que tienen todo lo que quieren, sino los que aportan lo mejor de si mismos al bienestar de todos.