El espía que olvidamos
En el transcurso de los últimos seis años, la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos ha recibido dos fuertes golpes desde adentro; el primero, del soldado de primera clase Bradley Manning del Ejército (ahora Chelsea Manning) y el segundo, del contratista de la Agencia de Seguridad Nacional, Edward J. Snowden, ambos filtraron miles de documentos clasificados. La noticia este mes de que otro empleado por contrato de la N.S.A., Harold Martin III, removió un gran volumen de información clasificada de la agencia, lo que muestra que el gobierno aún está haciendo esfuerzo por mantener a salvo sus secretos.
Estas brechas de seguridad pueden haber tomado al gobierno por sorpresa, pero oficiales de inteligencia no tienen disculpa para quedar estupefactos. Se les advirtió sobre la vulnerabilidad de secretos digitales hace unos 16 años con las acciones de un traidor poco conocido llamado Brian Regan. Un analista de señales de la Oficina Nacional de Reconocimiento, una agencia responsable de manejar los satélites de espionaje del país, el Sr. Regan logró un asalto de 20.000 documentos que contenían imágenes satelitales e informes ultrasecretos, los cuales trató de vender a Irak y Libia.
Dado que Regan fue pillado antes de que pudiera transferir secretos a un enemigo, su caso quedó como una anotación en los anales de la inteligencia americana.
En la década de los 90 Regan, con un cerro de deudas de tarjetas de crédito, formó un plan para cometer espionaje. Tenía la más alta autorización de seguridad y acceso a Intelink, una red clasificada de servidores que funciona como el internet propio de la comunidad de inteligencia.
Regan envió cartas codificadas a los gobiernos de Libia e Irak, ofreciendo los secretos por $13 millones, pero no encontró compradores. A pesar de las precauciones que tomó para permanecer anónimo, el FBI descubrió una de sus cartas, la cual estaba llena de errores de ortografía que después fueron ligados a la dislexia del Sr. Regan. Agentes del FBI identificaron a Regan como un sospechoso en el verano del 2001 y lo arrestaron dos semanas antes del 11 de septiembre.
Pero según lo que la Sra. Manning y el Señor Snowden fueron capaces de hacer en otras agencias, es evidente que la más amplia comunidad de inteligencia no estableció defensas adecuadas.
Podría decirse que Manning y Snowden lo tuvieron más fácil: no tuvieron que imprimir nada. Manning copió archivos a un disco. Se cree que Snowden descargó información a memorias USB. El intranet de la NSA demostró ser aún más vulnerable que Intelink, porque Snowden pudo borrar o alterar los archivos que rastreaban su acceso, robando datos sin dejar firma alguna que pudiera ser vinculada a él. La NSA aún no sabe con certeza el alcance de información que Snowden puede haber tomado. Sin embargo la tecnología para prevenir el estilo de alteración que él hizo para cubrir sus pasos ha existido por un buen tiempo.
¿Por qué no se usó esta tecnología? Es difícil saber con certeza, pero el hecho de que la comunidad de inteligencia es menos responsable públicamente que otras agencias del gobierno, así como el orgullo que siente la comunidad en cuanto al escrutinio de sus posibles empleados, supuestamente jugaron un papel.
Muchos americanos podrán sentirse a gusto porque la comunidad de inteligencia no tuvo suficientes medidas de seguridad establecidas para prevenir las revelaciones de Manning y Snowden, lo cual podría haber sido necesario para descubrir políticas gubernamentales y programas de vigilancia cuestionables. Pero los tecnicismos que explotaron Manning y Snowden pueden ser explotados con la misma facilidad para espionaje tradicional, como mostró Regan.
Tapar las grietas que ya han sido descubiertas no será suficiente. Con seguridad aparecerán nuevas grietas en nuestra edad digital que está avanzando continuamente. Una preocupación reciente, por ejemplo, es que los aparatos con Bluetooth pueden ser utilizados para agarrar y transmitir información desde una red que de otra manera sería segura. Las agencias en cuyas manos se pone la recolección y almacenamiento de secretos que ayudan a proteger a los Estados Unidos pueden superar esas amenazas futuras solo si miran hacia atrás a los fracasos del pasado