El esteticismo mediático de la educación paisa
Acaba de publicarse una evaluación sobre el nivel educativo de cerca de 600 mil estudiantes del grado 11 de las instituciones públicas y privadas de Colombia. En esta, Antioquia y Medellín ocupan un modesto lugar -por no decir mal ‘ranqueado’- en el escalafón de estudiantes.
Antioquia la más educada, que tanto bombo se lleva en cuanta valla o espacio publicitario hay, fue superada por San Andrés, Arauca y Meta, entre otros departamentos. Medellín, por su parte, continúa rezagada. La medición tuvo en cuenta también los puestos que ocuparon los estudiantes en las pruebas Icfes. Medellín fue superado por una de las ciudades más estigmatizadas por la violencia: Envigado, que quedó como la mejor ‘ranqueada’ del país.
Sergio Fajardo, quien fue alcalde de la capital antioqueña y ahora es Gobernador, incorporó su lema de Medellín la más educada, también en el Departamento, siendo ahora Antioquia la más educada. Pero según estos resultados adversos, parece que no basta con tener una frase atractiva ni construir grandes obras de infraestructura educativa: parques educativos. Realmente, muy poco se hace para enfrentar de manera estructural el problema de la calidad. El estatus de los maestros no es reconocido cultural y social por esta sociedad multicultural y discriminatoria. Desafortunadamente los docentes se rajan en las pruebas de conocimiento y, en su mayoría, están mal ‘ranqueados’ en materias básicas. Los docentes juegan un papel significativo en la capacitación del estudiantado y, tanto en Antioquia como en Medellín, alumnos y docentes ocupan un modesto lugar. Prueba de ello, son los resultados en el contexto internacional de las pruebas Pisa.
Países como Canadá, Corea, Finlandia y Singapur, son exitosos en la educación básica, porque encontraron que la causa principal de ese éxito consiste en impulsar las competencias de sus docentes. Allí, la exigencia para la selección de un docente, son del rango que debe enfrentar cualquier aspirante a una carrera de medicina o ingeniería.
En Antioquia la educación ha sido más un programa de esteticismo político de los gobernantes -con la pretensión de conservar una imagen mediática y consolidar sus ambiciosas aspiraciones-, a un costo muy alto para la población, pues los resultados que se ven a la vista no se corresponden con lo que tanto se perifonea.
Es precisa una profunda reforma estructural, que no puede consolidarse sino obedece a políticas públicas del Estado. Mientras tanto a los estudiantes les siguen cargando asignaturas que son rellenos y en la universidad siguen acumulando conceptos, teorías y fórmulas, que en la práctica resultan poco aplicables. Siempre nos cuestionamos por qué al menos no explicarnos la importancia de aprenderlas.
En la vida real, hay muchos sabios y aplicados estudiantes que caminan con una tremenda frustración, pues no supieron cómo emplear ese gran aprendizaje en el ámbito profesional. Frente a esta dificultad las empresas no encuentran al profesional que enfrente pertinentemente el reto de llevar la teoría a la práctica, sin tanto escollo.
Antioquia y Medellín deben mermarle al esteticismo del discurso político y mediático, y mostrar de verdad resultados que evidencien que sus habitantes, realmente, serán en las próximas décadas los colombianos “más educados”.