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¿El fin del mundo? en brasil, ya ha llegado

08 de enero de 2017

Por Vanessa barbara

redaccion@elcolombiano.com.co

El fin del mundo ya ha llegado en Brasil. Al menos eso es lo que la gente está diciendo. Una enmienda constitucional aprobada por el Senado el mes pasado está siendo llamada la “enmienda del fin del mundo” por sus oponentes. ¿Por qué? Porque las consecuencias parecen ser desastrosas, y duraderas. Impondrá un límite de 20 años sobre todo gasto federal, incluyendo la educación y el cuidado de la salud.

El gobierno justificó la medida diciendo que Brasil enfrenta serios déficits presupuestarios. Pero las personas no están convencidas. Una encuesta el mes pasado encontró que apenas el 24 % de la población apoya la enmienda. Los brasileños salieron a las calles a expresar su desacuerdo.

El gobierno no está retrocediendo. La enmienda “del fin del mundo” es solo una de las muchas medidas neoliberales impulsadas por el presidente Michel Temer. Debería ser motivo de preocupación que Temer pueda llevar a cabo tantas reformas, especialmente considerando que la mayoría, incluyendo el tope presupuestario, va en contra de la agenda de la persona que -a diferencia de Temer- realmente ganó las últimas elecciones presidenciales.

El pasado agosto, la presidenta Dilma Rousseff del Partido Laboral fue destituida por acusaciones de haber manipulado el presupuesto estatal. Tan pronto como Temer, quien había sido vicepresidente de Rousseff, asumió el cargo, anunció una serie de políticas neoliberales. Todavía lo hace, diciendo que aprovecha su impopularidad para establecer medidas impopulares.

La enmienda al presupuesto, como muchas de las políticas de Temer, hará daño a los más pobres y vulnerables de Brasil durante décadas. No es solo la opinión de los opositores izquierdistas del presidente. Philip Alston, relator especial sobre extrema pobreza y derechos humanos de Naciones Unidas, dijo que la medida “congelará gastos inadecuados y rápidamente decrecientes en salud, educación y seguridad social, poniendo así a toda una generación en riesgo de vivir bajo estándares de protección social muy por debajo de los vigentes actualmente”.

Alston añadió que la ley pondría a Brasil en una “categoría socialmente regresiva ella sola”. Lo que parece ser donde Temer y sus aliados quieren que estemos.

Además del límite de gastos, Temer ha presentado una propuesta para renovar el sistema de pensiones de Brasil. Fijará una edad mínima de jubilación de 65, en un país donde la persona promedio se jubila a los 54 años. La ley también requerirá al menos 25 años de contribuciones al sistema de seguridad social por parte de hombres y mujeres.

Hay buenas razones por las cuales Brasil no ha aprobado leyes como estas antes. Aunque la esperanza de vida promedio es de 74, somos uno de los países más desiguales del mundo. Por ejemplo, en el 37 % de los barrios de San Pablo, las personas tienen una esperanza de vida de menos de 65 años.

Algunos de los planes económicos de Temer ni siquiera tienen que ver con el déficit presupuestario. También el mes pasado, después de que fue aprobado el tope del presupuesto, el gobierno propuso un proyecto de ley laboral que permitiría que acuerdos entre empleadores y sindicatos prevalezcan sobre las leyes laborales. La nueva propuesta también aumenta las horas máximas de trabajo diarias permitidas a 12. La comunidad de negocios ha alabado el plan. Los sindicatos laborales están furiosos.

Dado esto, no debe ser sorpresa que la administración de Temer es bastante impopular: una encuesta en diciembre encontró que el 51 % la calificó como “mala” o “terrible”.

Temer, quien asumió el poder gracias al enjuiciamiento de Rousseff, también ha sido declarado culpable de violar los límites de financiamiento de campaña y nombrado en uno de los muchos escándalos de corrupción que se destapan en el país.

Sin embargo, el nuevo gobierno ya ha recibido el pleno apoyo de la Federación Brasileña de Bancos, el Frente Parlamentario Agricultural, la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, la Federación de Industrias del Estado de Río de Janeiro, la Cámara Brasileña de la Industria de la Construcción, la Federación Nacional de Distribuidores de Vehículos Motores y varios grandes ejecutivos.

Para algunos brasileños al menos, el fin del mundo es el comienzo de una oportunidad de oro.