Columnistas

El Gobernador que nos merecemos

02 de agosto de 2015

Antioquia necesita un gobernador que haya estudiado cada una de sus regiones y que tenga claras las prioridades. Que sepa que este departamento tiene muchas diferencias regionales. Por eso no pueden tener igual tratamiento. Son 125 municipios en zona de montaña.

No es lo mismo el Oriente lejano, Sonsón, Nariño, que Urabá. Las problemáticas son bien distintas y, por tanto, las soluciones también. El solo Valle de Aburrá tiene grandes diferencias entre sus municipios.

Antioquia es un departamento de regiones y el gobernador y su equipo deben saber diferenciarlas y trabajar por el desarrollo de cada una de ellas para buscar un departamento equitativo y con oportunidades en cada zona para acabar con el espejismo de que en Medellín están todas las posibilidades y por lo tanto el sueño es llegar a la capital.

Pero no basta con estudiarlas. Hay que recorrerlas, hacer trabajo de campo, hablar con su gente, oírles sus problemas y sueños para poder trabajar en los unos y hacer realidad los otros.

Por eso Antioquia necesita un gobernante estadista, no uno promesero que reparta tamales y reúna multitudes para entusiasmarlos con propuestas que él mismo sabe que no puede cumplir. Ya pasó la época de buscar votos en festines y bazares de ilusiones que luego se convierten en frustración. Esa es la vieja política que ya no encaja con un pueblo que quiere oír planes serios y define su voto según los méritos, el conocimiento y las propuestas de los candidatos. Ya, para bien de la región, la politiquería poco funciona.

Un buen gobernador necesita dividir el departamento en zonas bien diferenciadas. Alguien las llamó “polos de desarrollo” y llevar a ellas educación de calidad, oportunidades de un trabajo digno, estímulos al sector agropecuario y a la creación de empresas, según las características regionales.

Hay sueños que van a cumplir un siglo y los antioqueños no hemos podido ver concretados en obras. Hay que hacerlos realidad pero teniendo una financiación viable y seria. Bases sólidas.

Algunos de ellos: La autopista de doble calzada hasta el Golfo de Urabá que necesita túneles con especificaciones internacionales. Entonces hay que ampliar los que hay y hacer otros. El prioritario: El Túnel de Toyo. Hecha esta autopista, el sector privado se encargará de hacer un puerto moderno en el mencionado golfo. Esta autopista beneficiará, no solo a Antioquia sino a los departamentos del Eje Cafetero, a Chocó y aún al Sur y el Oriente del país. Será la ruta más corta al mar Caribe.

Destapar el Tapón del Darién. Son como 50 kilómetros, sumados los que debe hacer Panamá. Este tapón es lo único que interrumpe la Vía Panamericana desde Alaska hasta La Patagonia. Hay quienes dicen que no se debe hacer porque daña el ecosistema de bosque húmedo chocoano. Al contrario, lo protege, porque habrá una vía amigable que tendrá vigilancia continua y se acabarán los laboratorios de cocaína que vierten precursores químicos a los ríos, la minería ilegal, igual de contaminante, y la tala indiscriminada de bosques. Con vías vigiladas protegen reservas naturales como el Parque Yellowstone, en Estados Unidos. ¿Y saben qué proponen quienes se oponen a este trabajo? ¡Un ferry que vaya de Colón a Cartagena!

Esta autopista necesitará otras, que gobernadores anteriores y ministros, como Andrés Uriel Gallego, dejaron planteadas y hasta financiadas: El Plan Vial de la Apertura y Las Autopistas de la Montaña. Antioquia es la zona de Colombia con más recursos hídricos. Hidroituango debe hacerse completo, lo mismo que Cañafisto y otras centrales, para abaratar los recursos energéticos que suman a la competitividad.

Antioquia necesita un Gobernador sin tacha, transparente en todos sus actos, tanto personales como de gobierno.

Si Antioquia y Colombia quieren tener ventajas para la globalización tendrán que pensar en grande. Y para esto se necesita un gobernador que piense en grande y diseñe los esquemas para hacer realidad los sueños posibles. Un gobernador que se camine el departamento y escuche a la gente, que se rodee de los que más saben de cada tema. Ya lo hay. Es un líder inteligente, estudioso. Con esa otra inteligencia que es más importante que el coeficiente intelectual: la inteligencia emocional. Pensar en grande construye la auténtica paz.