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EL IMPRUDENTE GIRO HACIA LA IZQUIERDA DEL PARTIDO LABORAL

03 de agosto de 2015

Por Matthew D’ancona

Si usted cree que el liderazgo temprano de Donald J. Trump en la carrera por la nominación presidencial republicano es el caso más espectacular de ascendencia política improbable de la temporada, piénselo de nuevo. En Gran Bretaña, un miembro del Parlamento izquierdista de 66 años llamado Jeremy Corbyn está próximo a convertirse en el líder del Partido Laboral.

Si prevalece, probablemente será su candidato a primer ministro en el 2020. La vacancia de liderazgo le siguió a la renuncia de Ed Miliband después del pobre desempeño del partido en las elecciones de mayo, las cuales permitieron que el partido conservador de David Cameron formara un gobierno.

Corbyn, quien ha sido parte de la Cámara de los Comunes desde 1983, es un socialista anticuado y sin remordimientos. Comparado con el senador Bernie Sanders, es incluso aún más radical en muchos aspectos. Imagine si una figura como Noam Chomsky o Michael Moore estuviera en el congreso y se convirtiera en el favorito para ganar la nominación demócrata por la Casa Blanca.

Aunque apacible en persona, Corbyn es un demagogo en el podio. Aunque su partido ha hecho ajustes en cuanto a globalización, consumismo, individualismo y el debilitamiento del trabajo como fuerza política, él ha representado un punto fijo de ideología anticapitalista por décadas.

Se opone a recortes de austeridad y alzaría drásticamente los impuestos. Idolatraba al líder socialista venezolano Hugo Chávez, y ha descrito como amigos a oficiales de Hezbolá y Hamas, movimientos islamistas que son considerados organizaciones terroristas por los Estados Unidos. Y cree en el desarme nuclear unilateral para Gran Bretaña. Sin embargo, lejos de ser considerado el candidato retro en el concurso por el liderazgo, Corbyn ha emergido como favorito. Es el favorito de ramas locales del partido y es apoyado por el sindicato Unite, que es el donante principal del partido. Las encuestas de opinión sugieren que Corbyn va en camino a ganar contra sus rivales más moderados o centristas: Andy Burnham, Yvette Cooper y Liz Kendall.

El ascenso de Corbyn ha causado preocupación. El exprimer ministro, Tony Blair, quien llevó al Partido Laboral a tres victorias electorales en sucesión haciendo a un lado precisamente lo que caracteriza a Corbyn, le ha advertido al partido sobre una regresión hacia el purismo izquierdista. A aquellos quienes dicen que su corazón les dice que voten por Corbyn, Blair dijo: “Hágase un trasplante”.

El análisis de Blair es difícil de refutar, pero hasta el momento el partido ha sido sordo ante sus súplicas. Kendall, la única candidata que comparte la opinión de Blair, está en cuarto lugar. Cooper y Burnham ambos son políticos capaces, pero ninguno comunica un sentido de urgencia ni pasión.

Para ganar las elecciones de 2020, que seguirá a la reordenación, el Partido Laboral necesitaría unas 106 curules adicionales en la Cámara de los Comunes. Para lograr esto, tendrá que atraer a los votantes conservadores.

En Escocia, la dinámica es diferente. El Partido Laboral tiene que tratar de arrebatar curules de manos del izquierdista Partido Nacionalista Escocés. Pero actualmente sólo hay 59 distritos en Escocia, así que una estrategia basada en competir con el SNP fracasará si se aplica en el resto de Gran Bretaña.

Esto señala el centro del problema. Con la excepción de Kendall, ninguno de los candidatos seguiría un modelo “Blair-ista” para ganar de nuevo a los conservadores moderados. Aunque Miliband, quien se ganó el apodo “Ed el Rojo”, ya puso a prueba hasta la destrucción la teoría de que los británicos se habían movido hacia la izquierda, la izquierda es arrogante, y despectiva hacia la “cobija transicional Blair-ista”, la idea de que cambiar de rumbo hacia el centro haría al partido laboral más elegible.

En la práctica, no hay nada confortante en el mensaje de Blair. Está pidiendo a un partido progresivo que enfrente la desalentadora realidad de que millones de personas decentes tienen miedo de que votar por el Partido Laboral en el 2020 sería un acto de auto-lesión.

Cuando oigo a Corbyn hablar, y él habla muy bien, recuerdo una historia del gran aliado de Blair Peter Mendelson. El recordaba que un colega de la izquierda le dijo durante los largos años de oposición del Partido Laboral, desde 1979 hasta 1997, que “no puede haber compromiso con el electorado”.

¿Por qué el partido no hará un compromiso?

Los votantes registrados del partido tienen hasta el 10 de septiembre para evitar un error fatal. Es Corbyn quien ofrece una “cobija transicional”, invitando a sus seguidores a que se arropen en el calor ilusorio de una nostalgia ideológica que, en la realidad, lanzará al partido laboral hacia una fría irrelevancia.