El misterio del cambio climático
Volvimos a oír un ruido extraño, fuerte y continuo, en las alturas, el miércoles pasado. No eran ni un avión, ni el helicóptero que vigila a Medellín, ni una tempestad. Menos podía ser Supermán, claro. Hace unos siete meses también se sintió y el fenómeno siguió siendo enigmático.
En estos días de lluvias inesperadas, cuando se han formado nubes negras en las tardes, aunque en las mañanas había sol radiante y el firmamento aparecía limpio, resurge el tema de los experimentos de manipulación del clima por medio de la emisión de millones de ondas potentísimas desde algún lugar del planeta, ondas que producen concentración de nubes y aguaceros torrenciales.
Hasta ahora se atribuyen esos episodios al manejo desde Alaska de un sistema llamado Haarp, en inglés High Frequency Advanced Auroral Research Project. Traduce Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia. Se creó hace un cuarto de siglo con el presunto apoyo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. 180 antenas emiten millones de ondas de radio de alta frecuencia hacia puntos elegidos en la ionosfera para cambiar el clima. La explosión de nubes concentradas causa el ruido ya dicho.
¿Es una estrategia secreta y supranacional, que sobrepasa el espacio aéreo y el espectro electromagnético de los países, sin control de ningún organismo internacional? ¿Qué argumentan los responsables y qué saben las autoridades de las naciones y las regiones? ¿A qué se reduce entonces la soberanía nacional, a un concepto caduco e indefensable, por ese y quién sabe cuántos experimentos más, de una, dos o más potencias? Es un misterio.
De acuerdo con la abundante información que ha cisrculado por la internet, que no por los medios convencionales de comunicación, puede concluirse que no se trata de una nueva teoría de la conspiración, como las que se han divulgado en este tiempo, entre ellas la de los terraplanistas. Es un experimenbto emprendido no solo por EE.UU., sino por otras potencias, en desarrollo de una estrategia que alcanza al espacio sideral. Es así como se efectúa una carrera por la exploración y la posible explotación de minerales provenientes de otros astros. La manipulación del clima no se limita a eso, puesto que también se afirma de modo insistente que pueden provocarse terremotos, tsunamis, huracanes y otros resultados catastróficos.
El quid del asunto está en la eticidad de tales ensayos, sobre todo cuando se ponen en peligro la seguridad de las naciones y la integridad y la vida de quién sabe cuántos seres humanos. Para los aficionados al cine y las novelas de ciencia ficción, esto parece una narración distópica, es decir, todo lo contrario de una utopía. Pero todo indica que se trata de una realidad ante la cual tal parece que está guardándose un sospechoso silencio