Columnistas

El Niño: Falta lo peor

24 de enero de 2016

Es increíble que todavía frente a la peor sequía de la historia de Colombia el país siga tratando esta triste circunstancia como si fuera la visita del príncipe Carlos, que llega, se atiende, se toma la foto y se va. Este Niño vino para quedarse. Es decir, vino a mostrarnos que somos un país sin agua. La función del clima es suministrar la capacidad de desarrollo de los pueblos.

El impacto de El Niño 2015-2016 era lo que se esperaba. No debe sorprender a nadie. Hace más de un año dijimos en esta columna que sus efectos serían como los de dos “Niños”, es decir, “gemelos”, debido a su efecto acumulativo por el déficit de los últimos tres años.

Nadie creyó, las elecciones populares no lo permitieron. Como si contar la realidad en los departamentos o municipios no contara para un candidato ¿es que acaso como pueblo, les estamos pidiendo a los políticos que nos mientan sobre el agua? Y ¿elegimos al que nos mienta mejor? ¿Cuántos litros por segundo de agua se pierden cada año debido a la deforestación y erosión de las cuencas que abastecen nuestros acueductos y embalses? No lo sabemos y pareciera que no nos importa.

¿Es que acaso grandes capitales con racionamiento como Medellín, Cali, Santa Marta, Neiva, Ibagué, y próximamente, Armenia y Pereira, 108 municipios más, y casi el total de los departamentos colombianos con problemas en el servicio público de agua, no son suficientes? O la multiplicación del dengue, fiebre amarilla, malaria y chikunguña, los 13.531 casos del virus del Zika, que nos convierten en el segundo país con más número de pacientes, sin contar las pérdidas en la agricultura, ganadería, transporte y energía ¿no nos convierten en altamente vulnerables?

¿Qué están haciendo los alcaldes elegidos para salir definitivamente de esta permanente situación? ¿Están mirando la deforestación y erosión rampantes cuenca arriba de sus bocatomas. ¿Qué dicen también los nuevos directores de las CAR? ¿Cómo están frenando la tendencia de reducción de estos caudales?

El ajuste en los planes de ordenamiento territorial para garantizar el agua deberá ser la prioridad. El ejercicio de zonificación y vocación de suelos deberá ser para el agua. Se protegerán las áreas con bosques y se restaurarán las degradadas, así como las áreas con ecosistemas que regulen el recurso.

Creo que la mayoría de alcaldes sigue pensando en destinar sus suelos para la minería, ganadería y agricultura ¿No creen que el mensaje es claro? Todavía estamos a tiempo de garantizar a largo plazo la vida y el desarrollo de sus municipios. ¿Qué dicen los habitantes de lo que alguna vez fue el río Cauca y el Magdalena?

Este Niño debe ser una oportunidad. Toda actividad económica y social debe adaptarse al clima, y no al revés, como todavía muchos lo quieren hacer. El Niño nos muestra la vulnerabilidad hídrica al déficit del recurso y La Niña la vulnerabilidad al exceso del agua.

Lo ideal sería que Minvivienda, Minminas, Minagricultura, Minsalud, Mintransporte digan que con sus políticas van a proteger las cuencas que abastecen y sostienen sus negocios. Que van a destinar los suficientes recursos para ello, y por ende frenar la deforestación y degradación social y ambiental ¿Cuándo será esto? Por ahora el problema será más grave de lo que se cree.

Los impactos más fuertes serán sentidos en la primera quincena de febrero, y las lluvias que llegarán para la primera temporada de abril no serán suficientes para recuperar el impacto social y económico ya afectado.

Si bien El Niño se podría alejar en junio, recordemos que en ese mes comienza la segunda temporada seca del año, es decir, la situación podría ser peor. Solamente hasta septiembre y octubre se sentiría una recuperación, y eso, si no se nos cruza por el camino una traviesa “Niña”, tal como ya lo muestran algunos modelos. En Colombia nos falta mucho más.