Columnistas

El nuevo reacomodo del viejo continente

28 de julio de 2020

Europa se reacomodó política y económicamente en una difícil reunión de cuatro días. Acorralados por un virus que se niega a ceder y tira las economías hacia pisos pocas veces vistos, los 27 estados miembros de la Unión Europea acordaron la semana pasada la creación de un fondo de deuda común de 850 mil millones de dólares. Un poco más de la mitad de ese dinero irá para subvenciones directas a los países más afectados. El resto a préstamos. La pelea entre un norte rico y un sur con dificultades, que resurgió tras los primeros efectos de la propagación del coronavirus, se ha saldado con una foto de unidad histórica de la que salen fortalecidos geopolíticamente el presidente Emmanuel Macron de Francia y la todopoderosa canciller Ángela Merkel de Alemania.

Por más de tres meses países como Holanda, o los nórdicos Suecia, Finlandia y Dinamarca, expusieron su inconformidad a asumir una deuda conjunta de semejante tamaño, pero los europeístas de siempre lograron torcerles el brazo. Ahora, la gigante bolsa de dinero parece un suelo de tranquilidad económica sobre el que se sustentará la Unión en, al menos, los tres siguientes años. Sin duda, los más agradecidos son países como España o Italia, que recibieron de frente la pandemia y aún les cuesta calcular el enorme hueco fiscal que se creará en sus cuentas.

Más allá de los logros económicos del acuerdo vale la pena destacar que es un apretón de manos contundente y oportuno. En medio de la particular paradoja diplomática que vivimos, en la que el multilateralismo parece lo más urgente, pero es al mismo tiempo lo más escaso -con discursos nacionalistas y repliegues fronterizos- este parece ser un buen camino. Es, además, una forma palpable de demostrar que la Unión sirve y que salir de ella es un error en momentos de necesidades como los actuales.

Valga aclarar que, aunque el acuerdo fue firmado, faltan todavía las formalidades de los congresos nacionales y, lo más importante, que empiece el desembolso. En ese momento, cuando la plata fluya a los territorios más golpeados y las sociedades vean las mejoras, será adecuado celebrar el enorme compromiso que debería ser tomado como ejemplo de trabajo conjunto. Esperemos que la burocracia y la demagogia y los timonazos electoreros no se interpongan.