Columnistas

EL PESIMISMO PODRÍA AHOGARNOS

08 de noviembre de 2014

Si bien es cierto que en las últimas semanas las noticias en materia de economía no han sido las mejores, también lo es que llenarnos de pesimismo podría conducir al peor de los desenlaces.

Hay, sin duda, muchos motivos de preocupación frente al futuro, tanto coyunturales y estructurales, como por ejemplo el impacto sobre la economía de la destorcida de los precios del petróleo o el eventual resultado del proceso de paz. Pero, lo cierto es que por cuenta de estos y otros, el país no se va a acabar mañana ni pasado mañana. Colombia, de hecho, ha podido superar con éxito momentos mucho más complejos que el actual.

Vivimos, no obstante, un ambiente enrarecido, herencia de la campaña electoral, que bajo el falso dilema de los amigos y los enemigos de la paz, dividió al país en dos. Hoy, es muy difícil discutir con objetividad y sin apasionamientos acerca de los temas cruciales del país, lo que está llevando incluso a que en muchas ocasiones se tomen decisiones equivocadas. Con esto hay que tener mucho cuidado.

Los problemas de Colombia como los de cualquier país son múltiples y hay que manejarlos con objetividad. No tiene sentido que tan solo 100 días después de haberse iniciado el segundo gobierno de Juan Manuel Santos, el pesimismo y la falta de objetividad se estén tomando todos los espacios de discusión.

Claro está y esto hay que decirlo, que el Gobierno tampoco está ayudando a que esta situación sea diferente. Los bandazos en uno y otro sentido, la forma incomprensible como viene manejando la reforma tributaria, en contravía de la inversión y el ahorro, así como el interés por revivir las horas extras, un tema ya superado, hacen que se exacerbe cualquier sentimiento de pesimismo.

Dicho esto, sin embargo, es evidente, por el bien del país y de todos los colombianos que no podemos dejarnos caer en esta racha de pesimismo. Por el contario, hoy más que nunca, tenemos que tener claridad frente al momento crucial que estamos viviendo y luchar por que en Colombia se hagan las cosas que se tienen que hacer, sin más dilaciones. El país se lo merece.

La agenda pendiente, la que le permitiría al país dar un gran salto en términos de desarrollo y competitividad, es conocida. Pero, por una y otra razón no nos hemos embarcado en ella con decisión, ni siquiera en los momentos de mayor prosperidad.

El Informe Nacional de Competitividad 2014-2015 que lanzó el Consejo Privado de Competitividad esta semana muestra claramente cuáles son esas tareas pendientes y fija además metas concretas y un cronograma para sacarlas adelante.

Los nubarrones que estamos viendo, los mismos que nos llenan de pesimismo, nos deberían servir para concentrarnos todos en esa agenda y exigirle al Gobierno que haga su parte. No puede ser que nos conformemos con los resultados mediocres que obtenemos año tras año en los ránquines de competitividad, mientras que nos superan países que no hace muchos años estaban detrás de nosotros.

La crítica es buena y necesaria como lo es también una oposición objetiva. El pesimismo, por el contrario, es un mal consejero y nubla la razón. Huyamos de él.