Columnistas

El poder de la fotografía

Su arte contribuyó a fortalecer una ética en contra de la mafia y a favor de la vida. ¿Nos dejamos tocar por estas fotos?

23 de abril de 2022

Decía la célebre fotógrafa siciliana Letizia Battaglia que la calidad de tu fotografía no depende del equipo o del objetivo, sino de tu mente, corazón y cerebro. En cambio, está sujeta a tu posición política, moral: “Si odias al mundo, si lo amas”, decía. Y agregaba: “No recomiendo utilizar teleobjetivos. Sugiero fotografiar todo desde muy cerca, a distancia de un puñetazo, o de una caricia”.

Letizia Battaglia murió la semana pasada, a los 84 años, después de batallar durante más de dos años contra un cáncer. Nos dejó, después de una vida dedicada a luchar en contra de la mafia. Porque Letizia Battaglia, en las décadas cuando la ley del silencio marcaba a la sociedad siciliana, fotografió de cerca los horrores de la Cosa Nostra. Ella contribuyó, de manera determinante, a sacudir las conciencias dormidas de sus compatriotas. Con su fotografía, cargada al mismo tiempo de humanidad y de compromiso político, ayudó a rasgar el velo del silencio. Sacó a Palermo del aislamiento al cual la había condenado la mafia.

Hoy, en la mesa de la sala de mi apartamento en Medellín, tengo una antología fotográfica de Letizia Battaglia, a quien tuve el honor de frecuentar durante mis años en Palermo en el movimiento antimafia; es una forma de honrar a una amiga, pero, sobre todo, de celebrar los valores de un compromiso para un mundo mejor. Es también una manera de mantener despierta mi consciencia. Entre todas, hay una fotografía que ha cautivado mi atención, es la de un joven adolescente, con un cuerpo sutil, tendido en el asfalto, los ojos entreabiertos, sin vida, el brazo izquierdo larguirucho estirado impotente a lo largo del cuerpo, un charco de sangre espesa entre la barbilla y el cuello. Los sicarios de la mafia acabaron con su vida porque fue testigo del asesinato de su padre. Aquí, el compromiso de Letizia no fue solo traernos la cara horrible de la mafia, también transformó su arte fotográfico en un espejo donde los mismos mafiosos fueron obligados a reconocer sus contradicciones. ¿Qué hay de honorable en matar a un adolescente?, ¿qué valor de la familia respetan cuando asesinan a un hijo por haber presenciado la muerte del padre?

Sobre la fotografía, Susan Sontag escribe que no puede generar una conciencia moral, pero puede fortalecer una existente, y puede ayudar a desarrollar una naciente. Letizia Battaglia nunca pretendió cambiar al mundo con la fotografía. Decía con ironía: “Si no logró cambiar a la humanidad la Divina Comedia, ¿cómo lo puede lograr una pequeña fotografía desde Palermo?”. Pero su arte contribuyó a fortalecer una ética en contra de la mafia y a favor de la vida. Pienso en Letizia Battaglia, en sus fotografías, y pienso en las imágenes que hoy nos llegan de otros rincones del mundo, cargadas de dolor, como las de Ucrania o la Guajira. Y me pregunto: ¿nos dejamos tocar por estas fotos?, ¿con nuestras acciones estamos contribuyendo a generar una nueva ética de la vida, que rechaza todo lo que es muerte? O, por el contrario, ¿nos hemos vuelto insensibles a las fotografías y al dolor ajeno?