Columnistas

EL RENACIDO ES EL INDIVIDUO

29 de febrero de 2016

El reconocimiento a El abrazo de la serpiente le ha dado un empujón fuerte al cine colombiano, con o sin el Óscar de la Academia. Y al margen de cómo haya sido la repartición de estatuillas en Los Ángeles durante la noche dominical, el fenómeno de El renacido, con el récord de nominaciones, es la reivindicación de la potencia del individuo, héroe solitario capaz de sobrevivir contra todas las adversidades en un entorno salvaje.

Hugh Glass (Leonardo DiCaprio), el cazador, es ahí el símbolo formidable de los valores y principios fundacionales de la sociedad estadinense. Podría lanzar esta conjetura: Con un filme tremendo como este de González Iñárritu (basado en una olvidada novela de Michael Punke), el cine está aportando al rescate y la reconstrucción del protagonismo fundamental de los hombres históricos representativos que destacaba Emerson y que edificaron la ética original de una nación, a partir del espíritu protestante del capitalismo.

La crisis de identidad es motivo de preocupación inmensa en la dirigencia intelectual de los Estados Unidos. El estado de shock empezó el 11 de septiembre de 2001. Están diluyéndose, desapareciendo, las bases de una sociedad. La decadencia del liderazgo, la atonía en el desafinado concierto internacional, la desintegración familiar, los descalabros económicos, la violencia juvenil y escolar, la indefinición de los partidos, ponen el país en peligro en momentos de graves amenazas globales. Volver a los orígenes es una obsesión actual.

Retomo la lectura de ¿Quiénes somos?, de Samuel P. Huntington, el mismo de El choque de civilizaciones. Dice, por ejemplo: “Todas las sociedades se enfrentan a amenazas recurrentes a su existencia, a las que, en un momento u otro, acaban sucumbiendo. Pero algunas, aun estando igual de amenazadas, son también capaces de aplazar su desaparición frenando, e incluso, invirtiendo los procesos de declive, y renovando su vitalidad y su identidad. Creo que Estados Unidos es perfectamente capaz de esto último...”.

La epopeya individual de Glass discurre en un medio inhóspito asediado por nativos y fieras. Él queda casi agonizante tras el ataque de un oso, en una escena espeluznante. Abandonado por sus compañeros de aventura, muerto su hijo, agobiado por un invierno estremecedor, va recobrándose con fortaleza admirable. No solo tiene que sobrevivir, mejor dicho renacer, sino también vengarse del traidor Fitzgerald. En fin. Es mejor ver la película. Dura dos horas y media, que ni se notan.

La potencia individual es renovadora y transformadora. Este filme invita a volver a creer en el ser humano y su riqueza espiritual, mental y física. Así se verifica una palingenesia, un renacer. El reto consiste en reencontrar el sello colectivo de identidad y hacerlo valer. El renacido encarna los valores y principios de una nación. El renacido es el individuo.