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El respeto no se impone... se merece

24 de octubre de 2016

El respeto es una cualidad fundamental para convivir con los demás y especialmente importante para la vida en la familia. Así como tenemos que respetar la ley, las señales de tránsito, las normas sociales... hay que respetar a los padres y a los abuelos, a los hijos, a los niños, a los empleados y a todos los demás.

Respetar es honrar el valor que tiene toda persona e incluye apreciar las cualidades de los demás, comenzando por nuestros hijos, a pesar de que no sean lo que soñamos que fuesen. Sin embargo, respetarlos no es tolerar sus desplantes, ni ignorar sus errores, ni permitirles lo que no es correcto, ni solucionarles sus problemas, ni justificar sus malacrianzas... Es responsabilizarlos de las consecuencias de sus faltas para que aprendan de ellas; es indicarles lo que deben hacer pero no hacerlo por ellos; es escuchar sus problemas pero no asumirlos como propios; y es tratarlos con la misma cortesía con que tratamos a los amigos.

Tan importante como respetar a los hijos, es hacernos respetar por ellos, pero no porque nos temen sino porque nos admiran debido a que somos y actuamos como personas correctas, dignas y responsables, además de que tratamos a nuestros seres queridos con la misma cortesía con que tratamos a quienes consideramos personas muy importantes.

Con frecuencia las mujeres no nos sentimos respetadas porque no se valora todo lo que somos y los múltiples roles que cumplimos. Hoy en día la mayoría no solo somos esposas, amas de casa y mamás, sino profesionales en “servicio activo” a la vez que tutoras, cocineras, enfermeras, choferes, árbitros, abogadas defensoras... Aunque sabemos que somos importantes para la diversidad de funciones que desempeñamos, con alguna frecuencia no nos sentimos respetadas ni valoradas.

Un hogar en el que abunda el respeto es un hogar en el que abunda la armonía. Nuestra conducta es el libro en el que los hijos aprenden a relacionarse con los demás y por eso, del respeto que demostremos con nuestras actitudes y la consideración por nuestros semejantes dependerá la manera de ser de nuestros hijos y el éxito en sus relaciones con el mundo y con los demás.