EL TEMOR COMO MOTIVACIÓN ELECTORAL
Colombia entró en una nueva etapa sociológica que se conoce como el periodo del posconflicto o posacuerdo. Pero como ha sucedido en otros países, el hecho que se hayan suscrito los acuerdos de paz con las Farc no significa que la sociedad haya llegado a un momento de reposo.
Por el contrario, se trata de un periodo de asentamiento caracterizado por ciclos de reacciones violentas por parte de distintos sectores; algunos, enemigos decididos del acuerdo, otros con la esperanza de que se mantengan los acuerdos, pero se introduzcan ajustes puntuales a los mismos; otros, partidarios de los acuerdos tal cual quedaron suscritos.
El temor es que esas diferentes tendencias no resistan la tentación de imponer por la fuerza sus ideas, en una sociedad que apenas está aprendiendo lo que es la tolerancia y la diferencia. Es el periodo de la provocación por retomar la violencia como una postura del espíritu que se mantendrá mientras no haya respuestas adecuadas a las inquietudes, a los anhelos y a las necesidades de los distintos sectores.
A este ambiente enrarecido es menester agregar un elemento adicional, relacionado con la disputa política propia de un año electoral, se trata de la falta de propuestas de los candidatos con respecto a la necesidad de reformular y reconstruir el tejido de las relaciones sociales. En estas circunstancias, es normal que el ciudadano corriente quiera obtener respuestas sobre la conducta que deben adoptar con respecto al proceso electoral y el futuro de la sociedad.
Es una preocupación que concierne a todos los actores sociales, a la cual hay que hacer frente mediante el cumplimiento de dos deberes sagrados para con la sociedad del futuro:
1. Orientar a los ciudadanos por el camino de una democracia digna, enseñándoles la importancia de ejercer el derecho al sufragio y participar en los asuntos políticos que son los asuntos de todos. Recordarles que el voto es secreto y se debe ejercer con responsabilidad individual y de país, motivados por el desarrollo futuro de la sociedad y no simplemente movidos por el temor al triunfo del contradictor.
2°. Insistir en la necesidad de que los candidatos asuman el deber de plantear esquemas de comportamiento necesarios para la construcción de una nueva sociedad. Si no participan con la responsabilidad que amerita el momento histórico, es posible que la sociedad llegue a una especie de hastío con respecto a las instituciones y la clase política, frente a lo cual surgirán grupos de ciudadanos, especialmente jóvenes, que impulsados por la desconfianza, el odio y el desespero, opten por asumir conductas de aceptación y apoyo para con aquellos actores políticos que a partir de una violenta crítica al sistema ético-político imperante, asuman el papel de portadores de un mensaje supuestamente capaz de contribuir a la creación de una sociedad nueva, sin los vicios y la corrupción de quienes, según ellos, carecieron de altura política durante el tiempo que ejercieron la dirección de los destinos de la nación.