Columnistas

EL TESTIGO

16 de septiembre de 2019

Como en la vida de tantos colombianos, desde antes de nacer la violencia hace parte de la historia del fotógrafo Jesús Abad Colorado. Por eso, cuando empezó a trabajar como reportero gráfico se dedicó a mirarla con los ojos del corazón y a retratarla en los rostros de la gente que ha tenido que sufrirla.

Su padre Héctor de Jesús era un campesino que nació en San Rafael, en el oriente de Antioquia. Su familia se fue a vivir al pueblo vecino de San Carlos cuando él todavía era un niño. Una noche de 1960, una turba de fanáticos entró en la casa del abuelo José María Colorado y lo asesinó. Después degolló a Germán, su hijo más pequeño. La abuela María Dolores no quiso volver a comer y murió de pena moral a los cuatro meses.

“La causa de este crimen fue la de ser liberales en un pueblo conservador” cuenta Jesús. “Mi padre huyó desplazado, entre lágrimas y con las manos vacías, junto a mi madre y mis hermanos mayores. Toda mi familia se vio obligada a escapar hacia Medellín y el Magdalena Medio. Allí, otro tío fue asesinado y desaparecido para quitarle su tierra. También mataron a varios de mis primos”.

Por esta y otras historias familiares, él está convencido de que los grandes perdedores de la violencia en Colombia han sido los campesinos que fueron los que pusieron los hijos de todos los ejércitos.

Lo prueban sus fotografías de Aniceto, llorando arrodillado sobre el ataúd de su esposa, en medio de la selva: ella se desangró por una herida de fusil, en medio de un combate entre el ejército y la guerrilla. También, la foto del soldado que sobrevivió a una emboscada de la guerrilla y que llora a sus compañeros muertos, que están tirados en la carretera, al pie del camión destrozado por las bombas. La del niño que abotona la camisa de su padre, que yace muerto en una camilla, después de ser asesinado por los paramilitares. La niña que mira por el hueco en forma de telaraña dejado por una bala a través del vidrio roto de una ventana, después de un tiroteo. La foto de El Aro, el caserío de Ituango, después de cinco días de ser saqueado e incendiado por los paramilitares que torturaron y asesinaron impunemente a 15 personas en la plaza principal, mientras obligaban al resto de los habitantes a observar...

Jesús Abad Colorado nació en Medellín en 1967. Estudió periodismo en la Universidad de Antioquia, pensando que podía convertirse en un testigo de esta guerra que ha matado tanta gente cercana a la suya. “Lo entendí desde segundo semestre, después del asesinato de 21 profesores y estudiantes en 1987 –todos demócratas y defensores de los derechos humanos. Yo estaba en clase de fotografía y supe que iba a contar la historia de Colombia a través de imágenes”.

Jesús fue reportero gráfico del periódico EL COLOMBIANO entre 1992 y 2001. Luego se vinculó como investigador del Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación entre 2008 y 2013. Desde entonces trabaja como reportero gráfico independiente. Por sus fotografías ha recibido los premios Simón Bolívar, el Premio Nacional de Fotografía del Ministerio de Cultura y el CPJ International Press Freedom Awards, en Estados Unidos, otorgado por el Comité para la Protección de Periodistas.

Este año, la Fundación Gabriel García Márquez le concedió el Premio a la Excelencia por “la mirada abierta y pluralista de su fotografía, que lo ha llevado a convertirse en un testigo de la historia reciente y dolorosa de Colombia”: un premio que enaltece el trabajo de los reporteros gráficos que como él se han dedicado a contarnos con sus imágenes la verdad más profunda de nuestra guerra .