El Tiempo
Una de las cosas que más ansío ver algún día es el santuario de las mariposas monarca en México. Es el lugar al que van a reproducirse luego de que al comienzo del invierno hacen La gran travesía desde el norte de Estados Unidos y Canadá hasta México. Es algo sencillo, pero es de esas cosas que, aunque alcanzables no sé si logre. El ancho de la vida a veces no da lo suficiente para hacerlo todo. No es solo un tema de recursos materiales, que también complica las cosas, es el recurso del tiempo.
Cuando miro la cantidad de cosas que quiero hacer, sobre todo los libros que tengo por leer, no puedo evitar sentir la conciencia de la finitud de la vida. Cuando uno es joven rara vez piensa en la muerte porque se supone que el ciclo de la vida nos separa por mucho de su fin. De hecho cuando nos acercamos a la muerte alrededor de la cual hay un gran tabú es con miedo. La muerte es un espectro, un fantasma, el peor de los males, quizás porque es aquello que es totalmente irreversible y a la vez inevitable para todo los seres que habitamos el planeta. Misterioso e imposible de responder. Es duro pensar que nos extinguimos, que podríamos ser oscuridad. Ni el mundo que habitamos tiene garantizada la eternidad, algún día el sol habrá de apagarse y con ello el planeta, desapareciendo junto a la estrella que le dio energía durante millones de años.
La cuestión de la mortalidad es incómoda. Pero no deja de ser necesario planteársela a veces. Desde lo filosófico, desde lo moral, incluso desde un plano más concreto. Al establecer nuestras metas, organizar nuestro tiempo y ver cómo haremos uso de él, es necesario reconocer antes que nada que el recurso de la vida, el tiempo, es finito y que si a ver vamos es el que mejor deberíamos administrar.
¿Qué es malgastar el tiempo? ¿Qué significa realmente ser alguien productivo? Ciertamente tiene un componente material, porque no puede uno negar que el mundo en que vivimos se mueve con base en un recurso básico que es el dinero. Producirlo es necesario para desarrollarse, para estar tranquilo, para cubrir las necesidades básicas. No tener dinero suficiente para tener una calidad de vida digna es algo que afecta el desarrollo integral de la persona, por un tema de acceso a bienes materiales que forman parte de la educación. No solo se trata de tener dinero para gastarlo en frivolidades, sino que afecta nuestro acceso a cosas materiales que nos permiten evolucionar y por eso es un drama tan grande el que se vive en países con cifras altas de pobreza. No es solo la carencia material como tal, es el acceso a la educación. Y lo peor es que es un círculo vicioso, porque el conocimiento es poder, y sin él es muy difícil escalar en la sociedad. Por ende los gobiernos más que regalar chécheres y bienes sin sentido que convierten a la gente en meros receptores de limosnas tiene el deber de darles herramientas para crecer, para que surjan por sí mismos. Ese sería el ideal de las cosas.
Ahora en ese mismo aspecto, para quienes sí hemos tenido la fortuna de contar con acceso a educación y preparación, ser productivo debería implicar algo más que generar riqueza material. Ser productivo también tiene que ver con lo que construyes a tu alrededor como persona, qué clase de país estás ayudando a construir, qué clase de mundo. Creo que es importante, por no decir fundamental, hacerse la pregunta cómo dejo el mundo si un día ya no estoy. Si dejo de ser.
No se trata de hacer cambios dramáticos, al final lo que cuenta son pequeñas cosas que como una piedra en un estanque afectan mucho más allá del epicentro de nuestras acciones. Cómo amamos, cómo resolvemos conflictos, cómo luchamos, cómo miramos el mundo, qué tomamos de él, qué recibimos. En cada cosa por más pequeña que sea hay una oportunidad de dejar una huella que deja una marca lejana en el tiempo. El tiempo que tenemos es muy breve, efímero, hay que emplearlo en lo que salga del alma por más pequeño que parezca, desde el café de la mañana hasta la decisión más dura. Malgastarlo es una forma prematura de morir.