ELECCIONES GRINGAS
Miramos con especial atención estas elecciones en Estados Unidos movidos entre la curiosidad y la perplejidad por la posibilidad, que parece desvanecerse en las últimas semanas, de que un tipo que parece más que nada un matón de escuela con plata pueda llegar a convertirse en presidente. Cada día se lanzan nuevas hipótesis de por qué un personaje que claramente es tan opuesto al candidato modelo en Estados Unidos y hace lo contrario a lo que pide la política gringa en este tipo de confrontaciones, haya llegado hasta acá.
Lanzo otra conjetura. El principal apoyo popular a Trump está soportado en una amplia población de estadounidenses blancos que de alguna forma sienten que su país ha perdido fuelle, que sienten nostalgia por un pasado mejor y no están encontrando un sitio abrigado y seguro en medio de los cambios mundiales. Y creo que allí hay parte del meollo de este complicado asunto. Este mundo en permanente evolución crea cambios fuertes, a unos ritmos que probablemente no estamos acostumbrados, ya sea por condición natural o cultural, y que sentimos que nos atropellan.
Ahora estamos absorbiendo muchos de esos cambios, posiblemente abruptos y vertiginosos por muchas razones, entre ellos los avances tecnológicos y las posibilidades cada vez mayores de movilidad humana. A una gran parte de la población les genera aprehensión, les rompe los lugares de protección y seguridad, les cuestionan valores y arquetipos. Lo que daban por descontado ya no está, creando incertidumbres que angustian.
Ya no están tampoco en operación los mecanismos que hacían fácil de entender este mundo en un pasado reciente con dos bloques diferenciados y luego una potencia hegemónica, por ejemplo. Nos estamos moviendo y estamos construyendo y definiendo un futuro diferente como humanidad: multicultural, interconectado y cada vez más globalizado, con múltiples centros de poder. Y allí hay que acabar muchos de los paradigmas del pasado y afrontar con confianza y decisión los retos del futuro.
“El americanismo, no el globalismo, será nuestro credo”, dice Trump. Volver al refugio de “Hacer América Grande de Nuevo”. Las formas de ser grande tal vez ya no sean a través de los mismos ingenios y artificios que funcionaron en el pasado, señor Trump. Y por muchas razones: las fuerzas económicas se han balanceado un poco, las ideas sociales han evolucionado poco a poco y a su vez han permeado una mayor población mundial.
Estados Unidos no va a volver a ser copia del esplendor del pasado. Con seguridad será potencia por muchos años y poder definitivo en este mundo y moldeará el futuro de la humanidad. Pero será otro esplendor y eso cuesta tiempo, paciencia y esfuerzo entenderlo. Será una potencia con negros, latinos y asiáticos, inmersos en unas dinámicas sociales y económicas cambiantes, diferentes.
Se necesitan líderes para explicarlo y llevarlo a cabo de forma armónica. Es parte de su tarea. Es difícil porque oponerse al cambio está casi integrado a la naturaleza humana y a muchas de las culturas que hemos construido. Veo un momento de transición y cambio que si bien es perpetuo, es especialmente coyuntural ahora. Ojalá sigan el camino planteado por Obama.