Columnistas

En cuestiones de lectura

28 de enero de 2016

A mí me pasa algo curioso, casi siempre llego tarde a los libros, a los autores. Aunque no sé si tarde porque ¿qué es tarde en la literatura? Borges no leía libros que no tuvieran más de 50 años de haber sido publicados y hace poco, Martin Amis decía en una entrevista en El País, de España, que leer a escritores jóvenes no era una forma eficiente de usar el tiempo de lectura. “El modo de juzgar el valor de una novela, un cuadro o un poema es cuánto perdura. El único juez de una obra es el tiempo. Si un libro perdura un siglo, probablemente es bueno; si dura 10 años, no demasiado”.

Yo no soy tan exagerado como Borges o como Amis o como muchos otros que invierten el tiempo en lo que ha sido “probado históricamente”, en lo que, según ellos, ya no se refuta porque el tiempo lo redimió. La verdad, el asunto del tiempo en la lectura poco o nada me importa, yo no estoy calculando los años ni busco explícitamente una joya literaria, a mí me gusta leer, así de sencillo y lo que hago a diario es saltar de un lado a otro para intentar probarlo todo, me gusta pensar que las joyas también se están escribiendo ahora mismo. Obviamente, si me encuentro con libros que me atrapan, que me gustan y cuya calidad es sorprendente, pues me pongo muy contento porque la paso bien, luego me interesa que otros sientan ese mismo placer. Muchos de esos libros ya han superado los 50 años, otros no tienen ni cinco.

Lastimosamente mi ritmo de lectura no es tan alto como quisiera, con frecuencia llego tarde a un montón de autores que otros consideran “imprescindibles” o aún no llego, pero quiero llegar a ellos, y por eso están en listas, en libros que compro y aumentan mi esperanza de vida porque digo: No me puedo morir sin haber leído, por ejemplo, a “Tom Jones”, de Henry Fielding, que lo tengo en mi biblioteca hace años pero no lo he podido empezar.

Sin embargo, también me gusta ser partícipe de este tiempo en asuntos literarios, me gusta explorar lo que los escritores vivos escriben, pero aquí tengo otro problema, no suelo llegar a estos autores por el libro más reciente, así reciban un importante premio. Justamente esta semana me pasó eso, leí una novela del venezolano Alberto Barrera Tyszka que se llama “La enfermedad”, publicada hace más de 10 años, por lo tanto no apta para Amis y quizá muy vieja para otros que ahora mismo deben estar leyendo su novela más reciente, “Patria o muerte”, dadas las circunstancias actuales de Venezuela.

Mejor dicho, en asuntos literarios yo creo que es importante decir que la literatura no vence, que no es viejo un libro escrito hace más de 800 años ni tampoco es siempre una novedad lo que está en las vitrinas de las librerías ahora mismo. Cada quien debe decidir qué tan amplias son sus expectativas literarias, sin olvidar que en cuestiones de lectura nada es imperante