Columnistas

Energización y ruralidad

24 de noviembre de 2017

Tradicionalmente, los territorios rurales han estado rezagados en el acceso a la energía eléctrica. Aún hoy en día hay vastas zonas del territorio nacional que no tienen acceso asegurado a la energía o este es muy restringido. Esta situación tiene serias implicaciones en la vida económica y social de las personas y las comunidades.

La falta de energía hace que, por ejemplo, los servicios de salud y de educación tengan dificultades y que no se puedan prestar ni desarrollar normalmente. Ello se agrava porque en la actualidad el acceso a las tecnologías de la información (TIC) es de gran importancia para la formación de los estudiantes y la adecuada atención médica de los enfermos.

Asimismo, las limitaciones en materia energética dificultan el desarrollo de los negocios haciendo que se restrinja la generación de oportunidades de trabajo y de desarrollo de las personas. De esta forma, además de lo apartado de los mercados, las comunidades rurales enfrentan otra serie de restricciones para adelantar sus actividades económicas.

Desde tiempo atrás la solución para acercar las comunidades a los servicios de energía eléctrica fue a través de los programas de energía rural. Sin embargo, la lentitud en su desarrollo y las grandes dificultades técnicas y los altos costos para su masificación en los territorios rurales se convirtieron en barreras para una adecuada cobertura del servicio en las zonas más apartadas.

Gracias al desarrollo de las energías alternativas (como la solar y la eólica) y a la implementación del concepto de energización (en virtud del cual el problema de la energía y las soluciones energéticas van más allá de la energía eléctrica), se han abierto nuevas oportunidades para aplicar diversos tipos de soluciones en las zonas rurales alejadas.

Ejemplos de ello son el Programa “Luces para Aprender”, de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y las actividades rurales ejecutadas por el Programa de “Energía Limpia para Colombia” financiado con recursos de la Agencia estadounidense para la cooperación técnica (Usaid).

Con la iniciativa Luces para aprender se busca mejorar, facilitando el acceso a las tecnologías de la comunicación, la educación de todos los niños que no pueden acceder a una educación digna por falta de recursos. Para tal fin se utiliza energía solar e internet en las escuelas rurales.

Ello ha implicado la instalación de paneles solares, la utilización de computadores y la capacitación a los maestros para que implementen en las clases las nuevas tecnologías.

Por su parte, el Programa de energía limpia, además de aplicar sistemas solares en colegios, escuelas y centros de salud rurales, ejecutó, en diversas regiones, proyectos con energía solar para usos domésticos (bombeo de agua para los hogares, por ejemplo) y proyectos productivos (uso de riego por goteo para la producción de bienes agrícolas y pecuarios, refrigeración para la conservación y el almacenamiento de productos pesqueros y el despulpado del café).

Con la aplicación de las energías alternativas se le abren al sector rural nuevas oportunidades de desarrollo. Ojalá que el Gobierno las impulse con empeño.