Columnistas

Eres como los que te defienden

11 de enero de 2021

No es fácil encontrar una fórmula para medir lo que eres o haces, y menos en todas las facetas de actuación de una persona, pero si una de ellas es la actividad política existe una despiadada opción. En política eres como quienes te defienden. Propongo dos casos.

La semana anterior, los EE.UU. sufrieron uno de los incidentes más vergonzosos de su historia. Y no me estoy acomodando a último momento, ya que nunca me gustó Trump. 8 meses antes de las elecciones de 2016 dije que: “dada la coyuntura económica estadounidense y la de su industria, que está sentada en billones de dólares esperando claridad para invertir, no es conveniente tener otro presidente demócrata, pero el dilema para elegir presidente no debería existir incluso cuando estás entre una candidata mediocre y un candidato pésimo y fantoche” ... “aunque nunca tendrán un presidente tan malo como el de Colombia”, en ese momento.

La asonada al capitolio por parte de algunos seguidores de Trump es un ejemplo de lo que dije al principio. No todo lo que hizo Trump fue malo, así la forma de hacerlo lo volviera contraproducente, pero quienes fueron a “defenderlo” son una medida de lo que fue su presidente. Si la soberbia con esteroides de Trump les permitiera a sus neuronas hacer las sinapsis mínimas para comprender el significado de lo acontecido, entendería que terminó su período convertido en lo que él pregona no ser, un grandioso “perdedor”. Si quienes te salen a defender políticamente son lo más parecido a los personajes de una película de Mad Max, o cualquier versión hollywoodesca de un mundo apocalíptico, eso significa que eso mismo eres. Y está claro que nadie es responsable por las acciones de quienes te siguen, pero cuando no eres capaz de separarte de sus acciones por no perder sus votos, y adicionalmente los “amas” y alientas, entonces eres igual a ellos.

Un ejemplo cercano es el expresidente Santos. Si quienes lo defienden y fueron sus socios políticos son los cabecillas de un cartel narcoterrorista y delictivo, la diferencia entre ambos es aún más exigua que la supuesta paz que su manguala inmoral prometía.

En dictadura la sociedad es tan mala como su tirano, pero en democracia la situación es más exigente porque la responsabilidad no recae en una persona, y la sociedad no es tan mala como quien gobierna sino como sus votantes.

Espero que, si le dan visa, Dios ayude a los EE.UU., porque tendrán que librarse del veneno residual que quedó en la sociedad y sus instituciones. Sin embargo, la tarea será titánica, pues el problema no se resuelve con la salida de Trump y del partido republicano, si es que algo queda de él, ya que entre los demócratas hay sectores más peligrosos aún que los trumpistas, porque a diferencia del cinismo de su jefe, estos sectores son lobos disfrazados de ovejas que prometen igualdad, justicia social y gratuidad indiscriminada