¿Es posible un mundo más sencillo... y mejor?
Principio y Fundamento: la sencillez y la simplicidad. La humildad y la pobreza como virtudes; solo así creo posible un mundo mejor.
El mundo hoy, ya presenta logros insospechados y maravillosos, al comienzo del nuevo milenio. Llevamos escasamente 17 años de mil, que tiene el siglo, y estamos sorprendidos por los cambios rápidos que viene presentando. No podemos hablar de un mundo cambiante, ni siquiera de un cambio epocal, porque, fácilmente, la globalidad de lo que estamos viviendo, muestra que estamos, no solo ante un cambio histórico y cultural, sino ante la presencia de condiciones, definitivamente nuevas, que constituyen una novedosa aparición: seres (¿Humanos?) claramente distintos.
¿Esto sucede para bien o para mal? Por el momento en que estamos, todo es posible. Vivimos tiempos de “umbral”; de paso, pascua. Un tiempo de muerte y vida. Estamos al nacer de un mundo muy desarrollado tecnológica, racional y materialmente; pero disminuido afectiva y espiritualmente. Un mundo, relativo –incierto- que se nos escapa fácilmente de la vida y de las manos; porque no tiene consistencia, firmeza o solidez. Un mundo “líquido” o “light”, en todo el sentido de estas palabras..., un mundo movible y por momentos inmanejable. Desde otras lecturas: un mundo ambiguo y falso, por desacierto, engaño y error. Un mundo, escaneado, copiado. De tinieblas (claro-oscuro), como todo escáner.
¡Vivimos en un mundo “aparentemente” eterno, porque no le hemos puesto, ni queremos ponerle límites..., a nada, a nadie! Esto que es un ideal, un empeño de estos tiempos; en realidad es solo un mundo “virtual”. Solo así, podemos sentirnos infinitos, sin límites...; pero, realmente, con muchas limitaciones... incluso “en la nube”, en donde, ahora, colgamos todo.
Ahora ya no soy solo un individuo, un número único, una entidad. Se ignora mi dignidad como “persona”, porque soy una Entidad (¿Identidad?) Virtual, en una “nube” a merced de todos, menos de mí mismo. Ni siquiera la privacidad o intimidad me pertenecen. Muy conectado y desarrollado he llegado a ser un “don nadie”, definitivamente controlado, incomunicado y manejado por otros.
Ahora debo reconocerme no como un ser complejo, sino complicado. El mundo de los otros, en el que podemos ser y existir, es un conglomerado social; ya no es una comunidad porque allí las cosas tienen otro tono y color. El mundo que nos complementa, el de los otros, ha dejado de ser comunidad de relaciones y referencias, para tornarse en el mundo del Egoísmo, de la destrucción, depravación, depredación y corrupción. El mundo así, no encuentra la “nube” Trascendente y transparente.
¿Renegamos de la vida, el desarrollo y sus logros? No. Simplemente extrañamos la simplicidad, la sencillez; la transparencia, la humildad. Extrañamos un mundo elemental y simple. No de sabios y entendidos, sino de pequeños y sencillos. De buenos, como lo indicó Dios en Jesús: “Te alabo Padre, porque revelaste estas cosas, no a los grandes y sabios sino a los pequeños y sencillos”.