Columnistas

España y sus interrogantes políticos

09 de febrero de 2016

Los resultados de las elecciones españolas del 20 de diciembre pasado para elegir el Congreso de Diputados las ganó el Partido Popular –PP- presidido por Mariano Rajoy con el 29% de los votos, con los cuales obtuvo una mayoría simple de 123 escaños, 63 menos que en 2011. En segundo lugar figuró el Partido Socialista Obrero –Psoe- con el 22% de los dirigidos por Pedro Sánchez.

En tercer lugar figuró el controvertido Podemos, liderado por Pablo Iglesias, quien con el apoyo de unas cinco coaliciones electorales autónomas sumó el 21% de los votos. Como es sabido, la atomización de la votación, la aritmética de los porcentajes, le ha impedido al presidente Rajoy integrar una coalición mayoritaria y con gobernabilidad.

En cuarto lugar aparece Albert Rivera, líder del partido Ciudadanos, quien alcanzó solo el 13% de la votación; pero de acuerdo con las encuestas de los últimos días, figura como el candidato con mayor prestigio para hacer una coalición infortunada, con el Podemos de Iglesias y el PSOE de Sánchez. Rajoy parece haberse marginado totalmente.

Esta tragedia de los resultados electorales de los españoles debe ser analizada por los colombianos, porque exhibe una participación inesperada, incompresible, de Podemos y sus amigos. El señor Pablo Iglesias es un politólogo izquierdista, presentador de Televisión, con mala presentación, por su pelo con colita de caballo y su barbita rala, y que, algo más serio, ha sido acusado de apoyar y apoyarse en el chavismo y el castrismo, hasta el punto de haber recibido financiación para sus campañas políticas desde Venezuela.

Y merece ser analizada, porque nadie esperaba que España, país educado, industrializado y con un ingreso per cápita de 30.000 dólares anuales por persona -frente a los exiguos 8.000 de Colombia- se decidiera a votar por una izquierda socialista empobrecedora como lo es no solo Podemos sino el mismo Psoe.

Estimo que esto es el resultado del populismo de Iglesias y de Sánchez sobre una población de resentidos y de miopes. Es que contrario a quienes afirman que la corrupción es el mayor problema de las antiguas colonias de España y de la propia España, emerge el populismo paternalista como problema de mayor trascendencia. Los Estados cojean por culpa de la corrupción, sí, pero se suicidan con las armas del populismo y del continuismo socialista.

El futuro de Colombia es sombrío, porque la perturbadora paz de La Habana nos va a imponer el partido político de las Farc, financiado por el narcotráfico, con curules por doquiera, con vastas zonas de nuestro territorio gobernadas por ellos y con electores esclavizados en tales zonas campesinas. Y si a esto le adicionamos los millones de ingenuos de nuestras ciudades, motivados por el populismo de nuestros “Pablos Iglesias”, no esperemos nada diferente de vivir muy pronto bajo un socialismo del siglo veintiuno.