Columnistas

¿ESTO ES TORONTO?

28 de abril de 2018

Por RANDY BOYAGODA
redaccion@elcolombiano.com.co

El lunes en la mañana, todo lo que podíamos hacer era hablar sobre el clima: Toronto despertó a un día brillante y cálido. Sólo una semana antes, como una dura conclusión a un muy largo invierno, una tormenta de hielo había azotado a la ciudad por tres días. Jardines estaban llenos de escombros y ramas partidas, y las calles estaban obstruidas con nieve, agua y hielo. Siete días después, ¡y finalmente! - el clima cambió. Las ciclovías, los patios y las aceras de Toronto estaban llenos nuevamente.

A la tarde brillante y cálida del lunes, la conversación de la ciudad había cambiado, y no regresará pronto a una fácil conversación sobre el clima. El ataque del mediodía contra peatones a lo largo de un tramo norte de la calle Yonge, la calle principal de la ciudad, fue terrible y aterrador. Pero es fundamentalmente impactante en esta ciudad, para esta ciudad. Esto no se supone que suceda aquí. Después de todo, esto es Toronto.

Con 10 muertos y 15 heridos por un hombre quien claramente encontró inspiración en convertir en arma un vehículo y atropellar a civiles inocentes, la ciudad ha vivido el tipo de evento horrorizante que por mucho tiempo hemos aceptado que sucede en el mundo, pero en otra parte. De hecho, de una manera profundamente sentida, aunque rara vez discutida, ese es el objetivo de Toronto misma: ya sea la Gran Hambruna Irlandesa en el siglo XIX o la guerra civil de Siria en el 21, eventos trágicos e historias traumáticas suceden en otros lugares, y es por eso que viene aquí, para hacer una vida para usted y su familia en paz.

Al hacerlo, y al aceptar que lo está haciendo junto con personas de todo el mundo comprometidas con la misma idea, usted contribuye y se beneficia de ser parte de una historia de éxito que ahora está en su tercer siglo y sigue fuerte.

Discutimos sobre cómo nos está yendo con los segundos y terceros componentes, pero rara vez sobre el primero. En un mundo brutalizado y desgarrado por el conflicto sectario, Toronto a veces puede parecer un parque de diversiones urbano: es la ciudad más étnicamente diversa y pluralista del planeta, y también, como lo han asumido y experimentado residentes y visitantes por igual, la más amigable y más segura.

Sigue siendo así. Lo puede observar en lo que ha seguido a los ataques. Ciudadanos comunes y organizaciones por igual, de antecedentes tan típicamente variados que se siente paternalistas analizarlos, han ofrecido la ayuda que se necesita; el oficial de policía que arrestó al sospechoso sin disparar su arma ha sido elogiado por su manejo increíblemente tranquilo; y el lunes por la noche, miles se congregaron en el centro, en Maple Leaf Square, para animar a nuestro amado equipo de hockey cuando ganó su último juego de postemporada y para mostrarse unos a otros y al mundo observador que incluso horas después de una matanza sin precedentes en esta ciudad, miles todavía se reúnen. Eso puede parecer romántico para las personas que viven en las partes más difíciles del mundo, pero aquí, es real. Solo que ahora parte de esa dureza de otros lugares también se ha vuelto real aquí.

Aún no sabemos si el ataque fue un acto intencional de terrorismo o un acto de violencia al azar y sin sentido. En términos geopolíticos y de política pública, el primero es el más inquietante. Pero en términos más simples, para los tres millones de personas de esta ciudad, establecer un motivo para el ataque importa menos que su efecto.

Una vez que las respuestas inmediatas a los ataques disminuyan y mucho más allá de las investigaciones y deliberaciones públicas que ya están en desarrollo, será más difícil vivir las convicciones cívicas extraordinarias de Toronto, por ser tan ordinarias, sobre la armonía pluralista de referencia y el movimiento libre y seguro que hacen de esta ciudad lo que es. Pero como tantas otras cosas de todo el mundo que llegan a Toronto, con el tiempo esta cautela también se convertirá en parte de la vida y la identidad de esta ciudad fluida y fija.

Cuando el próximo largo invierno comience a caer tarde en el otoño, mi esposa y yo llevaremos a nuestras cuatro hijas al desfile anual de Papá Noel de la ciudad, junto con miles de otros que siempre llenarán las calles del centro de la ciudad para un dichoso domingo en la ciudad. Este último año, oficiales filaron buses y camiones de basura a lo largo de las calles laterales para evitar ataques contra civiles. Yo no me di cuenta. Este año prestaré más atención. Todos lo haremos. Pero esto sigue siendo Toronto.