Columnistas

Estudiar medicina: cuestión de gallardía

26 de noviembre de 2014

Por
John Sebastián Henao
Universidad Eafit
Administración de negocios, primer semestre
henao4321@gmail.com

En el despertar de un nuevo día, con sus sorpresas y vertientes, en un hospital de blancas paredes y amplios ventanales, ya un joven practicante se encuentra realizando la historia clínica del paciente de la 408, que debe recibir su tratamiento bien madrugado para no presentar futuras complicaciones. Mientras determinado caballero injuria al despertador, furibundo y desesperado por las escasas 8 horas de sueño, el turbado y desvelado aprendiz lucha incesantemente por esquivar los escollos que antepone su profesor de rotación, quien da a entenderle, de manera sutil pero certera, que su desvelo por estudiar para la ronda fue en vano. Mientras la madre de una pequeña se pregunta, al abrir la despensa, si sería mejor empacarle papitas de limón o unas tostaditas dulces para el recreo, en la sala de pediatría aquel estudiante ya ha diagnosticado tres infecciones por neumococo, ha advertido la presencia de dos soplos inocentes, e inclusive, ha tenido tiempo para pintarse la nariz de rojo e ignorar toda preocupación, cansancio y reproche para hacer sonreír a un infante que soñaba con volver a su mundo de payasos y colores.

Que no hace parte de las carreras del futuro, que hay que estudiar demasiado, que antes los galenos eran respetados y queridos por la sociedad, que los médicos salieron a paro porque no pagan bien, que las EPS de hoy en día son un negocio redondo, que ser médico general no paga, que especializarse es solo para los que tienen rosca, que la Ley 100, que Uribe y que Santos.

¡No! Aunque sean tantos los factores que esbocen un futuro incierto y complejo, hay una condición que predomina en el corazón de aquel joven: su gallardía. Esta lo lleva a comprender que sus manos serán el más valioso instrumento diseñado para perpetuar el don de la vida, que sus palabras regocijarán a corazones afligidos por la debilidad de la naturaleza humana que se evidencia en la enfermedad, que sus conocimientos siempre serán mágicos y cruzarán cualquier frontera con su fuerza y carisma; pero sobre todo, que no habrá dificultad que los sueños y el esfuerzo no puedan derrotar.

Aunque no sea considerado héroe, aquel joven sabrá, en el momento en que reciba una sonrisa confidente y serena por parte de su paciente, que ha cumplido con su misión.

*Taller de Opinión es un proyecto de
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