Columnistas

Expectativas para la COP21

04 de septiembre de 2015

Los gobiernos alcanzarán un nuevo acuerdo universal sobre cambio climático en su reunión de París, en diciembre de este año. Desde 2012, estos han logrado un buen avance y ya se ven claros los perfiles del resultado. El resultado de París o la Alianza de París hará avanzar la respuesta al cambio climático a un nivel superior y su éxito reposará en cuatro pilares imprescindibles: 1. El nuevo acuerdo universal sobre cambio climático de París y sus decisiones de acompañamiento. 2. Un robusto conjunto de planes climáticos nacionales, conocidos como contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (Indc, por sus siglas en inglés), con las que todos van a contribuir. 3. Una confirmación contundente de la determinación de los países desarrollados de movilizar al menos 100.000 millones de dólares al año para 2020 para apoyar a los países en desarrollo en sus acciones contra el cambio climático. 4. El reconocimiento de la enorme oleada de obras por parte de actores no estatales, de los compromisos que estos han hecho así como un llamado a nuevas acciones.

La Alianza de París reconoce que estos cuatro pilares, bien implementados y coordinados, son imprescindibles para dar la necesaria respuesta al cambio climático. Las negociaciones han avanzado hasta el punto de que ya se ve claro que el acuerdo de París debe: ser universal pero no aplicarse de manera uniforme, ser un instrumento legal bajo el marco de la Convención, ser durable, pensado para durar; tener como objetivo limitar el calentamiento por debajo de los 2 grados centígrados, no ser punitivo, permitir que todos los países contribuyan de forma transparente a lo largo del tiempo sin marcha atrás.

El nuevo acuerdo universal sobre cambio climático y sus decisiones de acompañamiento incluirán elementos centrales que capturarán los aspectos clave de la respuesta al cambio climático. En primer lugar, hace falta un equilibrio entre mitigación y adaptación, así como medios para asegurar el avance de los planes climáticos presentes y futuros. En segundo lugar, es importante que haya un sistema de contabilidad transparente, que incluya la medición, verificación y reporte para asegurar la confianza entre las naciones. En tercer lugar, es absolutamente crucial el compromiso de que se proporcionará la adecuada financiación y procedimientos para apoyar a los países en desarrollo. Y en último lugar, Estados, empresas, inversionistas y otros actores no estatales necesitan claridad sobre la dirección a largo plazo para reducir las emisiones lo suficientemente deprisa como para permanecer dentro del límite de los 2 grados centígrados. Una claridad en el largo plazo ayudará a planificar y canalizar las inversiones hacia una dirección respetuosa con el clima.

El papel de Colombia

Todos los países tienen una importancia crucial a la hora de hacer frente al cambio climático, porque todas las acciones son de ayuda. Pero actuar también va en el propio interés de los países, porque muchas de esas acciones implican beneficios para el bienestar de la población, como una mejor salud por el uso de energías renovables no contaminantes. Colombia es un gran ejemplo de un país en desarrollo que está afrontando el reto. Desde 2010, está promoviendo la eficiencia energética y animando a usar energías no convencionales. Colombia tiene objetivos para aumentar el porcentaje de energía renovable en su matriz eléctrica de aquí a 2020 en un 6,5 % en las regiones conectadas a la red y en un 30 % en las no conectadas. La mayor planta solar del país entró en funcionamiento en marzo pasado. Además, dentro del nuevo acuerdo climático universal, Colombia probablemente se pondrá como objetivo reducir las emisiones en al menos un 20 % para 2030, que con apoyo internacional podría aumentar a un 25 % o un 30 %. Esto demuestra claramente lo que se puede hacer y pone a Colombia en una clara posición de liderazgo junto con otros países latinoamericanos.