Feliz Navidad
¡Feliz Navidad!, es el saludo que en diciembre vuela de tarjeta en tarjeta, de carta en carta, de visita en visita, de aguinaldo en aguinaldo, de corazón a corazón.
Navidad es nacimiento. Viene de nacer, que es comenzar a existir. Además el nacimiento es una realidad dinámica, pues todo cuanto existe está naciendo siempre, y al morir entra en la vida, que es acabar de nacer. La verdadera ¡Feliz Navidad! Siempre viva en cada corazón.
Que Dios viva naciendo es el misterio de los misterios, el milagro de los milagros, el acontecimiento de los acontecimientos, la aventura de las aventuras, la sorpresa de las sorpresas, el deleite de los deleites, la novedad de las novedades. La plenitud.
¡Feliz Navidad! Quien se pregunta con atención, encuentra estas dos palabras llenas de sentido. Todo cuanto existe busca por instinto ser feliz, es decir, sentirse pleno, lleno, colmado. Ser feliz, la máxima aspiración del corazón. De hecho, la vida eterna es la bienaventuranza, el júbilo, el gozo, el deleite, la felicidad sin sombra. La ¡Feliz Navidad!
Cuando digo ¡Feliz Navidad!, aparecen los pastores de Belén, a quienes “la gloria del Señor envuelve en su luz y se llenan de temor”. Entonces el ángel del Señor les dice: “No teman, pues les anuncio una gran alegría... les ha nacido hoy un salvador, Cristo el Señor”. La fascinación: pasar del miedo a la alegría.
El acontecimiento asombra más al aparecer una multitud del ejército celestial que alaba a Dios diciendo: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc. 2,10-13). Canto que sigue llenando el mundo de felicidad.
“¡Feliz Navidad!” es ante todo mi saludo a mí mismo. Al aceptarlo, me comprometo conmigo mismo a cultivar el arte de ser feliz, el arte de disponerme para que Dios esté naciendo siempre en mí, el secreto para vivir irradiando amor a los demás.
María aparece en diciembre como el testigo por excelencia del acontecimiento más portentoso de la creación, la ¡Feliz Navidad! “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús” (Lucas 1, 30-31).
Locordaire escribió: “El amor solo tiene una palabra, que aun diciéndola siempre, no la repite jamás”. Año por año dice el creyente este saludo: ¡Feliz Navidad!, sin repetirlo jamás. Con él expresa la novedad de vivir naciendo, y más cuando el nacimiento se refiere a Dios, que decidió vivir naciendo por toda la eternidad.