Fin y comienzo de año
Fin de año. Excelente oportunidad para mirar mi vida en cuerpo y alma. Lo que le pasa a mi cuerpo le pasa a mi alma, y viceversa. Prodigiosa unidad en la que siempre vivo.
Observo mis sentimientos. Me indican si hay armonía de mi cuerpo con mi alma. Sentimiento es todo lo que siento, mi modo de reaccionar ante cada estímulo que me llega. Mis sentimientos son decisiones mías. Tengo los sentimientos que decido tener.
Descubro con asombro que mis sentimientos viven invitándome a cultivarme con esmero para ser dueño de mí mismo. Todo sentimiento mío que crea armonía en mí conmigo, me indica que me soy fiel a mí mismo.
El amor es el sentimiento de los sentimientos. Todo sentimiento que nace del amor me llena de felicidad. Paz, alegría, confianza, fortaleza, bondad, acogida, solidaridad son fruto prodigioso del amor.
Fin de año, oportunidad privilegiada para hacer balance del amor, algo sencillo y complicado a la vez. Por una parte, constato que amor es unidad de dos, y por otra, que mi primera unidad es conmigo mismo.
En esta tarea mi asombro es total. Descubro que me amo poco, y aún más, que no me amo. Algo inaudito para mí, y más si descubro que yo para mí soy el tesoro más grande de la creación.
Me propongo cultivar la esperanza, una faceta del amor. Según San Juan de la Cruz, la esperanza purifica la memoria llevándola del pasado al futuro camino del presente. Más que ser hijo de lo que fui, soy hijo de lo que seré. Dime qué esperas y te diré quién eres. Mi proyecto para el año nuevo es anticipo de futuro en presente, para cuya eficacia cuento con mi Creador.
Un día Jesús hizo este desafío a unos acusadores: “El que esté sin pecado que tire la primera piedra”. Me estremezco de la cabeza a los pies. En este fin de año el desafío es para mí. Soy pecador, no me lapido. Suelto las piedras acumuladas en mi corazón: tristeza, rabia, odio, amargura, desconfianza, orgullo, codicia, vanidad.
Poder milagroso el de la esperanza, que me lleva a construir el mundo nuevo del amor haciendo unidad conmigo mismo, el fundamento de la unidad con los demás, con el cosmos y sobre todo con el Creador.
Desbordo de alegría al descubrir que mi corazón es autofábrica de esperanza, autofábrica de amor. Singular tarea la del año por llegar.