Flores para Claudia
Encantado habría participado en la vaca que hicieron los empleados del metro de Medellín para despedir con flores, afiches, aplausos, lágrimas y sonrisas a la defenestrada gerente Claudia Restrepo.
La noticia es periódico de ayer pero mantengo un mal sabor en la boca por la estrepitosa sacada de la maestra de yoga. Para “ponciopilatearse” las manos, la Junta Directiva le gastó ambiguo comunicado en el que reconoce las destrezas de la administradora de negocios de EAFIT.
Suele ocurrir: Te echan del puesto con orgía de adjetivos laudatorios. En el comunicado le dan las gracias y le desean “muchos éxitos en sus proyectos futuros, pues sus calidades profesionales y personales así lo garantizan”. El famoso ándate aunque te vaya bien.
Cabe preguntarse: ¿Por qué sacaron a Claudia si era tan buena gerente? ¿Incomodaba? ¿Necesitaban la chanfa? ¿No la podían manipular? ¿Lloraba viendo pasar el metro? ¿Será que ratifican al encargado, Tomás Elejalde, o 20 años de experiencia no son suficientes?
¿Era demasiado eficiente e íntegra? ¿La activista de yoga Siromani se sentaba en la posición de la flor de loto cuando discutían sobre el tranvía de la 80? ¿Discrepaba con el representante de la sociedad de ingenieros y arquitectos por el manejo certero que le dio a la caída del edificio Space cuando defendió a decenas de familias que perdieron hasta el derecho a la cotidianidad?
¿Habló como filósofa de la Complutense de Madrid -falta el título- cuando le cuestionaron que hubiera ordenado metro gratis en una jornada excepcional?
¿Era independiente hasta en la forma de atravesar una cebra? ¿No le hizo suficientes genuflexiones a los cacaos mayores de la Junta?
¿No dio la talla en Manzanillismo I, Clientelismo II, Mermeladismo III, Contratismo IV? Eso no lo enseñan en la U.
“No tiene manejo político, no maneja lo político”, son expresiones del mundillo de la burocracia para descalificar gestiones. No se puede ser causal para buscarle la caída a alguien el hecho de ser legos en el manejo de minucias politiqueras.
Nada importaron su eficiencia e integridad. Cualquier desocupado, como este negro, concluiría que no paga hacer las cosas bien. Por eso estas líneas contienen un tardío “estoy indignado”.
En la despedida que le hicieron sus compañeros del metro, doña Claudia no se fue por las ramas y confesó que dimitía ante decisiones de la Junta que no compartía.
Tenía dos caminos: Trabajar desde sus convicciones o convertirse en ventrílocua de los dictados de la mayoría. No la dejaron hacer la tarea y como no estudió para convertirse en estatua que cobra la quincena, se fue con sus asanas y su ayurveda a otra parte.
La frustración matizada con niágaras de lágrimas la obligó a decirle adiós al sector público. Hay tiempo de rectificar. Esta ariana que cumple años el 4 de abril es de las féminas pa mostrar. Le envío flores virtuales