Guajira profunda
La película “Pájaros de verano” de Ciro Guerra y Cristina Gallego conmueve al público por diferentes razones. La primera de estas es la forma como se cuenta la historia a través de los cantos wayúu y de su división en capítulos, lo que le da un tono de tragedia griega. El uso de la simbología a partir de la aparición de diferentes aves es otro de los recursos en la película que le da un aire maravilloso y conecta al espectador con la cultura ancestral de la etnia.
La película muestra también un gran respeto por parte de los directores por las tradiciones y costumbres wayúu. Descubre a nuestros ojos cómo se da el paso de niña a mujer en esa cultura y cómo la mujer mayor que es el centro de la familia puede disponer de la vida y la muerte, con un poder desmesurado. También revela la existencia de una institución entrañable como lo es el palabrero que busca superar los malentendidos y evitar que conduzcan a un espiral de violencia.
Es impactante ver cómo la bonanza marimbera que ocurrió entre 1975 y 1985 irrumpe en la vida de la etnia wayúu que, aunque ya contrabandeaba licor y combustible, y sobornaba a los policías, estaba lejos de imaginar los demonios que estaba desatando. En la película coexisten varias historias que se tejieron en esa época: la de los cuerpos de paz que trajeron las semillas de marihuana a la Sierra, la sangrienta disputa entre dos familias wayúu en medio de la bonanza y la triste suerte de los indígenas que ingresaron al negocio.
Al final de la bonanza no quedó nada, el dinero fácil se despilfarró y los wayúu quedaron sumidos en la ruina espiritual con una comunidad fracturada. Fue solo un espejismo que se dio en los hermosos, pero áridos paisajes donde habita la etnia, en el desierto de la Alta Guajira. Sobreviven las rancherías, la sed y el terrible drama social.
En efecto, hace poco la opinión se conmovió con la muerte de niños wayúu por problemas asociados a la desnutrición. De acuerdo con Bonnet y Hahn-De-Castro (2017), en 2016 se registraron 82 muertes en menores de cinco años en La Guajira, de los cuales 40 fueron por motivo de infección respiratoria aguda, 23 por enfermedad diarreica aguda y 19 por desnutrición.
La desnutrición infantil y las muertes que se producen por esa razón son una muestra palpable de la falta de alimentos que desde los tiempos de la Colonia ha afectado a la etnia wayúu. La penuria crónica de alimentos se origina en las difíciles condiciones que existen en el territorio wayúu (sequía, dispersión de la población), pero también en la debilidad institucional del departamento de La Guajira que lleva a una corrupción rampante. Se han hecho esfuerzos por parte del gobierno central y la comunidad guajira, pero queda mucho por hacer y lo que se haga debe hacerse bien y respetando las tradiciones wayúu.