Columnistas

Guayacanes amarillos

23 de enero de 2016

Tal vez sucede porque estamos hechos de tierra y lluvia, como dijo Neruda. O porque ver el color de estos árboles vence el aburrimiento y calma los seres briosos en las horas de cemento y polución. Para muchos, no importa cuánto tiempo hayamos vivido en Medellín, es emocionante caminar sobre una alfombra repentina de flores amarillas o simplemente ver esos guayacanes que a veces aparecen en un costado de la vía y si te descuidas, hasta pueden hacer que alucines. La fascinación de la gente por ellos hace que aparezcan en fotografías emblemáticas de la ciudad o que su nombre sirviera de título para un musical que narra la historia de Medellín y se presentó el año pasado.

Últimamente es posible ver cómo crecen más guayacanes en nuestras calles. La Fundación Sembremos País es una de las instituciones responsables de que esto ocurra. Desde hace más de seis años, sus integrantes han sembrado más de dos millones de árboles de este tipo. Según su fundador y exdirector, Andrés Guerra Hoyos, escogieron el guayacán porque “es una especie nativa y un referente del territorio. Entendimos que la vida parte de actos simples, silenciosos, generadores de ejemplo como la reforestación, el buen trato animal y la decencia”.

Plantar más árboles y cuidar la naturaleza han sido de intereses de este joven que cuando fue diputado a la Asamblea de Antioquia logró que se estableciera en el departamento la celebración del Día del Árbol. Actualmente recorre Colombia llevando un mensaje que habla de liderazgo y la importancia de confiar en los procesos a largo plazo. Al igual que ocurre con las semillas y la siembra de árboles, cree que las personas pueden lograr sus propósitos si superan las derrotas, ponen atención a los detalles y tienen paciencia. “Hoy la única lucha loable para obtener una gran victoria es consigo mismo”.

Un ingeniero forestal que visita la ciudad cada año, manifestó hace unos días su alegría al ver cómo están creciendo más árboles en varios puntos de Medellín. Respecto al guayacán expresó cierta preocupación porque dice verlos florecer más seguido y esto “en muchos casos es síntoma del cambio climático y la contaminación”.

En Medellín existen instituciones como el Jardín Botánico, la Secretaría del Medio Ambiente y el Área Metropolitana que vigilan de cerca la situación de nuestros árboles para que no nos convirtamos en una verdadera jungla de cemento. Incluso existe un Manual de Silvicultura urbana que estudia la forma en que esos árboles pueden contribuir a la sostenibilidad del ambiente.

La poetisa Mary Ann Evans –más conocida con el seudónimo de George Eliot– dijo que “nunca van a llover rosas. Cuando queramos tener más rosas debemos sembrar más árboles”.

Al recordar esta frase y pensar en los queridos guayacanes amarillos, es posible agregar que en una Medellín que crece y donde la contaminación también aumenta, debemos trabajar más para cuidar nuestros árboles y montañas si no queremos convertirnos dentro de unos años en un conglomerado de edificios, puentes y avenidas grises.