Columnistas

Hay que irse

20 de octubre de 2015

Por
Julián Mazo Zapata
Universidad Eafit
Ciencias Políticas, octavo semestre
jmazoza@eafit.edu.co

Dicen que Descartes, en su lecho de muerte, expresó que “hay que irse”. Sentenció, si se quiere, la maldición o la bendición para cada uno de nosotros, para todos: somos prescindibles. Borges, en El inmortal, retrata lo precario y abrumador que se tornaría el ser humano condenado a la eternidad.

En este relato, Marco Flaminio Rufo vive lo agobiante de su inmortal existencia al punto de que, encontrándose en un desierto, la escasa lluvia le causa un éxtasis inmediato, para después darse cuenta de que, en su condición de inmortalidad, el tiempo correrá sin sentido alguno, y entonces así, las lluvias serán cada vez más y los éxtasis cada vez menos.

Es la política el campo de la condición humana donde siempre debe estar latente dicha suerte de ser prescindibles. Allí, en el lugar donde se discute el poder, se debe apostar por la trascendencia de las ideas, mas no de las personas.

Cuando las personas, a través de la política, se consideran imprescindibles, se tergiversa el interés común para transitar los caminos de los intereses particulares.

Y lo más peligroso de que una persona, como ser político, se considere imprescindible es que exista una multitud que también lo considere así. Los procesos, las ideas, los proyectos, tendrán entonces fecha de caducidad, una cuenta regresiva, hasta el día en el que a ese hombre o a esa mujer le llegue la suerte de Descartes, la suerte que Marco Flaminio Rufo buscó errante y que solo encontró siglos después.

Aquella sociedad que considere imprescindible a una persona para mantener su rumbo político, será una sociedad condenada al fracaso. El día en que su mesías encuentre su verdadera suerte de prescindible y su ausencia la enfrente a la realidad, comprenderá que toda persona tiene que irse y que su destino se vio comprometido cuando olvidó lo obvio.

Hay que irse, pero todo será menos traumático si se construye sobre las ideas y no sobre las personas; para el día en que estas se vayan, lo imprescindible no sea reemplazarlas, sino recordarlas. Tarde o temprano, es necesario entenderlo, hay que irse

*Taller de Opinión es un proyecto de
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