Columnistas

Hoy los jóvenes comandan la trayectoria de su vida

14 de mayo de 2018

Al haber crecido en una era que se ha caracterizado por un espectacular apogeo tecnológico y económico, las nuevas generaciones de adultos jóvenes se han formado unas expectativas demasiado altas en lo que a la riqueza y el éxito se refiere. Presionados por la necesidad de triunfar cuanto antes, tienen un desmedido afán por sobresalir profesional y económicamente que los induce a ser muy competitivos y a evitar a toda costa aceptar que necesitan apoyo, lo que significa que sólo cuentan consigo mismos. Esto ocurre en un momento en que la competencia económica y profesional es feroz, por lo que la incertidumbre los acecha y los llena de desconcierto y angustia, precipitándolos en una crisis que no saben definir.

Lo positivo de esto es que, aunque los jóvenes son producto de un mundo cuyo eje es el éxito económico, que se mide en términos de ganar más y tener más que los demás, esta crisis está llevando a muchos a revaluar tales parámetros. Se están rebelando contra el estilo de vida de la sociedad de consumo, gracias a la cual se vive en función de comprar toda suerte de diversiones y comodidades, ideadas para mantenerlos entretenidos, mientras deben matarse trabajando para seguir comprando. Así, permanecen anestesiados y continúan alimentando el ciclo vital que mantiene la maquinaria consumista andando.

Lo alentador es que la crisis que vive una generación a la que se le tacha de tener muchas ambiciones y pocos afectos, los está despertando del letargo en que los ha sumido el materialismo en que crecieron.

Su desconcierto, su insatisfacción y su desolador vacío los está llevando a revaluar su vida y a prestarle atención a los dictados de su corazón y de su conciencia, en un anhelo por convertirse en mejores seres humanos. Hoy ya no quieren hacer capitales más grandes sino contribuciones más significativas y enriquecer su existencia con el capital que se aloja en lo más profundo de su alma.

Si bien saben que no eligieron su destino, han comprendido que pueden elegir para qué viven y comandar así la trayectoria que han de recorrer en su transcurso por el mundo.