ISRAEL, NO DESTROCE MI PUEBLO
Por
Nasser Nawaja
En 1948, mientras que las fuerzas israelíes se aproximaban sobre su pueblo de Qaryatayn, mi abuelo llevó a mi padre en sus brazos a Susya, a unas cinco millas al norte, en el área de los montes sureños de Hebrón.
“Regresaremos a casa pronto,” dijo mi abuelo a mi padre.
No lo hicieron. Qaryatayn fue destrozado junto con unos 400 pueblos palestinos que fueron arrasados entre 1948 y mediados de los años 50. Mi familia reconstruyó su vida en Susya, cruzando la línea de armisticio de 1949 en Cisjordania.
En 1986, mi familia fue expulsada de nuestro hogar una vez más, no por la guerra, sino porque las autoridades invasoras israelíes decidieron crear un sitio turístico y arqueológico alrededor de los restos de una sinagoga antigua en Susya. Esta vez fue mi padre quien me tomó a mí en sus brazos a medida que los soldados se acercaban.
“Regresaremos pronto”. dijo. No lo hicimos. Sin compensación, nos vimos obligados a reconstruir a Susya cerca, sobre lo que quedaba de nuestras tierras agrícolas.
Si en las semanas siguientes el gobierno israelí ejecuta las órdenes de demolición dictadas contra unos 340 residentes de Susya, me veré obligado a tomar en mis brazos a mis hijos mientras nuestro hogar es destrozado y el pueblo es arrasado una vez más. No sé si tendré ánimos para decirles que regresaremos pronto a casa, la historia me ha enseñado que podría ser mucho tiempo antes de que podamos regresar.
En el 2012, la rama de Administración Civil del Ministerio de Defensa Israelí dictó órdenes de demolición contra más de 50 estructuras en Susya, incluyendo viviendas, una clínica, almacenes y paneles solares. La razón fue que nuestro pueblo fue construido sin permisos de las autoridades israelíes.
El nuevo Susya fue construido sobre tierra privada agrícola palestina, pero eso no es ninguna salvaguardia. En la práctica, es virtualmente imposible para un palestino que vive en lo que se conoce como área C, conseguir un permiso de construcción. Según Bimkom, un grupo sin ánimo de lucro israelí enfocado hacia derechos de planeación, más del 98 por ciento de las solicitudes palestinas para permisos de construcción en área C desde 2010 hasta 2014 fueron rechazadas.
La amenaza se ha vuelto inmediata. Después de la distribución inicial de órdenes de demolición, hubo una campaña política y legal liderada por los habitantes de Susya apoyados por activistas y grupos de derechos palestinos, israelíes e internacionales. El pueblo no fue demolido, nuestro caso volvió a las cortes y la presión cedió.
Pero en mayo pasado, unos meses después de la reelección del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, el magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Noam Sohlberg, quien vive en un asentamiento israelí que es considerado ilegal bajo la ley internacional, cedió ante presión de organizaciones derechistas y de colonizadores y falló en la Alta Corte que las fuerzas militares israelíes podían avanzar con las demoliciones en el pueblo, a pesar del hecho de que la Corte Suprema, la cual es superior, había programado una audiencia para nuestro caso el 3 de agosto.
Si el gobierno israelí demuele todo o parte de Susya una vez más, no será por ninguna razón distinta a que somos palestinos que nos negamos a irnos, a pesar de inmensa presión y grandes dificultades en la vida diaria bajo la ocupación.
La situación en Susya es solo una de muchas situaciones similares en el Área C de Cisjordania. Varios pueblos cercanos al nuestro también tienen órdenes de demolición pendientes. Si Susya es destrozado y sus habitantes expulsados, servirá de precedente para futuras demoliciones y expulsiones alrededor de los montes sureños de Hebrón y el área C de Cisjordania. Esto no se puede permitir.
Esta no es una historia de judíos contra musulmanes, ni siquiera es una historia de israelíes contra palestinos. Estamos agradecidos por los muchos mensajes de apoyo que nuestro pueblo ha recibido de parte de comunidades judías alrededor del mundo, y los grupos y activistas trabajando a nuestro lado incluyen a muchos israelíes. Esta es simplemente una historia de justicia e igualdad en contra del desalojamiento y la opresión .